El Museo de Sitio William Sill, más conocido como "La cúpula", en esta temporada está consolidando con fuerza un cambio que se inició luego de la pandemia de coronavirus: se volvió autosustentable en sus gastos y se mantiene de forma íntegra con los recursos del café-restorán anexo que está bajo el mismo techo, en el corazón de Ischigualasto.

El apodo del lugar se debe a la gran cúpula vidriada que tiene en su estructura principal, que deja caer toda la luz del sol sobre un lecho de fósiles en el suelo, rodeado por un balcón circular desde donde observan, en buenas épocas turísticas, hasta 1.600 visitantes por día. Es, a escala, el antecedente de lo que pretenden hacer pero con mucho más estructura en torno a la cama de huesos que hoy está resguardada por un galpón desmontable de chapa.

Ingreso. Al lugar se accede por una pasarela de madera.

Este museo con cúpula fue inaugurado a mediados de 2015 y depende del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ, que dirige Oscar Alcober. En un principio, el café estaba concesionado a manos privadas. Pero el empresario lo dejó con la pandemia, entonces el propio Museo comenzó a hacerse cargo también de esa dependencia, a pedido del Ente Autárquico que administra todo el Parque.

Audiovisual. Pasan videos explicativos para las visitas.

"Fue un cambio para bien -le dice Alcober a este diario, acomodado en una de las mesas del restorán por cuyos enormes ventanales se puede ver el imponente paisaje del Triásico-, ya que logramos lo que siempre quisimos, que es la autosustentabilidad. Con lo que recaudamos de este café, mantenemos toda la cúpula, su funcionamiento y sus servicios".

El director, geólogo y posdoctor en Paleontología, dice incluso que con la recaudación del café de la cúpula "pudimos financiar el traslado de las colecciones del museo viejo al nuevo, terminamos un anexo de investigación nuevo que inauguraremos dentro de poco; además compramos estanterías, equipamiento y herramientas para el taller. Y ahora tenemos fondos para media camioneta, pero los vamos a invertir en equipar el laboratorio del museo nuevo en la Ciudad, ya que queremos que sea un laboratorio modelo, a la altura de semejante edificio".

Siempre a full. Por turno, al café llegan 150 personas.

Todo el complejo está construido con materiales livianos. Obtiene su electricidad a partir de un enorme panel solar y de un generador a combustible. Y tiene además una planta de tratamiento de líquidos para los tres cuerpos de sanitarios.

En el restorán no se cocina: la emanación de humo y olores atraería a los animales de la zona y alteraría el ecosistema. Entonces llevan hasta el lugar los ingredientes y arman allí los sánguches y ensaladas, a lo que suman empanadas (que ya llegan horneadas) y tortas de todo tipo. Y todo es controlado semanalmente por una nutricionista, que garantiza la calidad de los alimentos para el público.

Limpieza. El lugar luce siempre ordenado e impecable.

¿Y los precios?

Aunque gran parte del público que llega es internacional, los precios en el café son similares a los de la Ciudad. Hay, por ejemplo, una porción de budín a $800, wafles a $1.600, semitas especiales a $300, porción de torta a $1.400, muffins a $1.000; café grande a $800, submarino a $1.200, té a $400; pebetes a $2.000, sánguches de jamón crudo y queso con oliva a $2.300; empanadas a $500 cada una, tarta a $800, ensaladas a $2.000. Y también hay alternativas vegetarianas.

  • El Centro de Interpretación combina fósiles reales con recreaciones de paisajes a través del tiempo

Junto a las oficinas administrativas y el comedor del Parque Ischigualasto se encuentra el Centro de Interpretación y Sede del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ. Es atendido por estudiantes de Geología, Biología y Turismo de la misma casa de estudios. Recibe hasta 1.600 visitantes a diario en sus mejores épocas y ofrece un viaje fantástico por el tiempo: por medio de imágenes y esquemas explicativos, además de videos que corren en loop en las pantallas de las salas, el público descubre cómo cambiaron la flora, la fauna y el paisaje pleno en los últimos 231 millones de años en esa zona de Valle Fértil.

Uno de los grandes atractivos son los fósiles reales expuestos en urnas de vidrio. Y todo el mundo pregunta si la réplica del esqueleto que da la bienvenida en el ingreso al museo "es de verdad".