Perderse el cumpleaños de un hijo o pasar la Navidad lejos de la familia, son las pruebas más dolorosas que aún enfrentan, pero que no logran alejarlas de su vocación. Es lo que viven mujeres que ingresaron a la Gendarmería Nacional Argentina que hoy cumple 74 años. Cuatro de las profesionales que se desempeñan en la provincia dijeron que, pese a ser doloroso, anteponen el deber al desarraigo.
‘El turno laboral es de 8 horas, pero uno tiene el deber de estar disponible las 24 horas, los 365 días del año, cosa que no es un problema cuando sos soltera. Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo me replanteé la idea de seguir en la Fuerza, pero el pensar que con mi trabajo puedo seguir cuidando y ayudando a la gente bastó para que me sacara esa idea de la cabeza’, sostuvo Virginia Berón (29), que en el legajo tiene una felicitación especial por su participación en un operativo para desbaratar una banda de trata de personas en Buenos Aires.
Hebe Ledesma (31) dijo que el momento más difícil que le tocó superar fue cuando tuvo que dejar a su hijo enfermo al cuidado de la niñera. Toda su familia estaba en Santiago del Estero, su tierra natal. Aunque sostuvo que también le tocó otras pruebas que superar. ‘Los hombres me hicieron pagar derecho de piso. Me mandaron que buscara a un principal, que lo saludara y que le dijera bolsa, que él iba a saber qué le estaba pidiendo. Resulta que a él le decían “bolsa”. Se enojó, me castigó y me mandó a correr. Después los hombres se convirtieron en mis mejores compañeros y me ayudaron a superar el desarraigo’, dijo la gendarme que está en el área de Sanidad.
Ese compañerismo es el que también ayudó a María Belén Armesto, gendarme sanjuanina, a tolerar el estar lejos de su bebé. Dijo que, aunque estuviera en un operativo, sus compañeros la llevaban a casa para la hora de la lactancia.
La menos preocupada por el desarraigo, por ahora, es Pamela Coronel, de Misiones. Dijo que es por dos razones fundamentales: es soltera y hace sólo un año que ingresó a Gendarmería.

