La palabra Ischigualasto es uno de esos selectos vocablos que tienen el privilegio de formar parte del diccionario habitual en la ciencia del mundo. Cada tanto, un hallazgo en esas tierras vuelve a ser noticia en la comunidad científica internacional porque redefine algún paradigma en la paleontología. Pero que este yacimiento sanjuanino estuviera así de posicionado no se logró de un día para el otro, sino que es un proceso que ya lleva ocho décadas en construcción. Si bien los primeros restos fósiles de dinosaurios fueron encontrados allí en la década de 1920, fue recién en 1940 que el verdadero valor de Ischigualasto trascendió a nivel mundial, cuando el Museo de La Plata descubrió en el sitio la vastísima riqueza en vestigios de la vida durante el Triásico, hace más de 200 millones de años. Desde entonces, cada hallazgo echaba luz sobre el origen de los dinosaurios en el planeta, y hacía que San Juan estuviera a la vanguardia en la generación de conocimiento científico. Así nació el Parque Natural Ischigualasto en 1971; en 2000 fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y hoy además es una meca del turismo internacional, que lo elige por su atractivo científico y por sus increíbles formaciones geológicas.

62,9 son las miles de hectáreas que tiene en su extensión Ischigualasto, abarcando buena parte del departamento Valle Fértil y también con una zona menor en Jáchal. Es una de las mayores cuenca del Triásico del mundo.

El periodista que lo bautizó

Un precursor. El periodista Rogelio Díaz Costa fue uno de los primeros en hacer expediciones periodísticas a Ischigualasto y fue quien, en su publicación en DIARIO DE CUYO, lo nombró Valle de la Luna.

No fue la comunidad científica sino un periodista de DIARIO DE CUYO quien denominó a Ischigualasto como +Valle de la Luna+, debido a las características particulares del suelo y a las muy singulares formaciones rocosas en el lugar. Se trata de Rogelio Díaz Costa, el periodista que, junto al fotógrafo Antonio Lago, se adentró en las zonas por entonces desconocidas del paraje, junto a un grupo de académicos de universidades tanto de Argentina como de otros países. En 1958, tras algunas expediciones, Díaz Costa hizo aparecer el título de Valle de la Luna en una nota que escribió y publicó en este diario.

Cambio de imagen. El Submarino, una de las formaciones rocosas más icónicas del parque, sufrió la caída de una de sus columnas en julio de 2015. En la imagen se ve el antes y el después.

Maravillas naturales

Algunas formaciones son el Cerro Morado (que incluye un volcán apagado), la Cancha de Bochas (con rocas esféricas casi perfectas), El Submarino (una de sus columnas se cayó hace siete años) y El Hongo (de lo dio a conocer por primera vez en 1971, a través de este diario).

Polo turístico. Cada año, el lugar es visitado por miles de turistas de todo el mundo. Adentro del parque hicieron un Centro de Interpretación y dotaron de instalaciones de servicios.