Cada vez que preguntan por sus padres les dicen que los dos los cuidan desde el cielo. A Thiago ya le sacaron los yesos de sus fracturas en brazo y pierna y hoy empezará el jardín de cuatro años; Dilan sigue en sus inocentes dos años y aún sin comprender del todo la situación; y los dos viven en casa de su abuela Teresa y bajo la custodia de su tía Margarita, a quien le dicen “mama”. Dicen que están rodeados del amor de los Olivera y que ese es el día a día de los hermanitos que perdieron a sus padres en la tragedia de Los Horcones, a dos meses del vuelco del micro de Turbus.

Fue el 18 de febrero que Thiago (4) y Dilan (2) sufrieron la muerte de sus papás, Roberto y Fernanda. Tras la internación inicial en Mendoza, los chicos fueron trasladados a San Juan y al recibir el alta médica quedaron bajo la custodia de su tía Margarita, hermana de Roberto. 

Ella, además, es mamá de dos chicos, Magalí (14) y Matías (11), y es por eso que los Olivera decidieron mudarse a casa de la abuela de los chicos, Teresa, pues allí tienen más espacio.
“Creo que nadie está preparado para afrontar una situación así, pero después empezás a relacionar cosas y te das cuenta de algunas casualidades, que yo no sé si será el destino o qué.

Pero por ejemplo, Roberto trabajaba en mi casa y antes del accidente habían decidido construir su casita al lado de la nuestra. Además, él, mi cuñada y los chicos pasaban mucho tiempo con nosotros y desayunábamos, almorzábamos y cenábamos las dos familias juntas. Es decir que para los niños era habitual pasar casi todo el día en mi casa. Yo a veces me pregunto si eso hubiese sido diferente, si no hubiésemos estado tan unidos, cómo sería todo esto hoy”, confesó Margarita.

Thiago y Dilan le dicen “mama” (sin tilde) a Margarita y están tan aferrados a ella que hasta debe llevarlos a hacer las compras al mercadito del barrio, para no dejarlos solos. “Una vez quise ir de escapada al almacén y Thiago se puso a llorar. Supongo que debe ser porque aquel día del accidente los dos estuvieron solitos en el hospital, heridos, shockeados y desde entonces no vieron más a sus papás. Deben tener miedo a esa sensación”, reflexionó Margarita.

De las lesiones, los chicos ya están muy bien y a la vez continúan con asistencia psicológica. Hasta ahora, preguntaron pocas veces por sus padres, pero en la familia Olivera siguen la recomendación de los psicólogos: decirles que los padres ya no están y que los miran desde el cielo. “Desde que están conmigo, Thiago una vez lloró una noche mientras estaba dormido, llamando a sus papás. Se me estrujó el corazón”, dijo Margarita.

En tanto, ya está listo para comenzar el jardín de infantes. “No pudo empezar antes porque tenía los yesos. La idea era ir hoy (por ayer), pero amaneció lloviendo así que lo dejamos para este miércoles (por hoy)”, contó Teresa, quien dijo que extraña demasiado a su hijo y que en sus momentos de mayor dolor suele llorar a escondidas, para evitar que sus nietos la vean.

Thiago está entusiasmado con la escuela y el lunes fue un ratito para conocer a la maestra, a la vez que pidió que su mochila sea del Hombre Araña. Y además, que su primera merienda sea galletas con un yogur.

Por su parte, tiene un ritual cada mediodía: a Oscar, el esposo de Margarita, le acomoda la silla en el lugar que su papá ocupaba cuando almorzaban juntos. Y lo espera.
 

Dos meses de dolor


El siniestro

Fue el 18 de febrero que el micro chileno de la empresa ’Turbus’, en la zona de Horcones de la cordillera mendocina, volcó. El siniestro dejó un saldo de 19 fallecidos, entre ellos los papás de los hermanos Olivera y la también sanjuanina Eliana Oro.

Las lesiones

Thiago sufrió traumatismo de cráneo, fractura en la zona del codo, fractura en los dos miembros inferiores y múltiples excoriaciones. Dilan, por su parte, presentó traumatismo de cráneo moderado, derrame pericárdico y excoriaciones varias.

El regreso

Luego de estar internados en el Hospital Notti, de Mendoza, los hermanos Olivera fueron trasladados a San Juan el 24 de febrero. Estuvieron en Terapia Intensiva y luego en sala común, hasta que los primeros días de marzo les dieron el alta.

Todos juntos

La familia Olivera es tan unida como humilde. Reciben ayuda de los abuelos maternos de los chicos, pero todo lo afrontan solos. Si alguien desea dar una mano puede contactarse a margaritaolivera4@gmail.com.