Leonor Pizarro se dedicaba al periodismo deportivo hasta que un ACV frenó su trabajo. Fue durante el periodo de recuperación que comenzó a incursionar en la sublimación y en el diseño, ya que esa etapa implicó bastante tiempo sin poder volver a la rutina que tenía. Así, su emprendimiento hoy le genera muchas horas de trabajo al día, especialmente cuando recibe pedidos importantes, pero trabajar en pandemia la obliga constantemente a crear: extendió la personalización de tapabocas hasta convertirlos en souvenirs. 


"Los barbijos hoy son parte de todo lo que hagamos. En los pedidos de cubrebocas personalizados para entregar como souvenirs de cumpleaños, los clientes entienden que en estos tiempos es lo mejor que se le puede regalar a un invitado: además de ser un buen recuerdo es a la vez muy útil. Ahora bien, cuando fueron suspendidos los eventos, la opción fue seguir ofreciendo barbijos como souvenir en combo, con un envase para el alcohol en gel por ejemplo, todo en cajita e individualizado. Sigue siendo un recuerdo y en algunos casos, las mamás los llevan a la escuela para que sus hijos se los den a los compañeros de burbuja en el aula", dijo Leonor Pizarro.


"Los clientes son variados, desde colegios a todo un equipo de vóleibol. Además, cuando empezaron las clases, la personalización de kits de higiene cobró más relevancia por su obligatoriedad y por eso también los sumé a la oferta de productos", señaló Leonor.


En tanto, también ideó packs para diferentes eventos, como en su momento fue el de los actos de cambio de abanderados (moños para el cabello de las niñas y barbijo, además de los guantes y el cubreboca) o las comuniones de la Iglesia Católica, que en este caso incluía barbijo, moño y rosario.