Ni la visita presidencial fue motivo para que el Servicio de Urgencia del Hospital Rawson trabajara con menos personal. Y fue casi una isla, ya que los demás servicios funcionaron sólo con guardias.

Doña María llegó hasta Urgencia por las dudas. Creía que por la visita de la Presidenta los médicos iban a atender en forma limitada. Se equivocó. Ni bien le dijo al oficial de guardia que ya no aguantaba el dolor de estómago, fue atendida. “Acá no se para nunca”, dijo el encargado de la mesa de entradas, mientras intentaba comunicarse con el personal de una de las ambulancias para que fueran hasta un barrio de Rawson donde habían solicitado el servicio. Lo interrumpió una mujer para hacerle un pedido inédito: “¿Esa ambulancia puede llevar a mi marido hasta la casa? -le preguntó-. Es que no puede moverse mucho y no pasan los colectivos por acá cerca y no tenemos en qué irnos”.

El bullicio generado en la esquina de General Paz y Estados Unidos parecía indicar que la Presidenta ya venía en camino hacia el hospital. Personal de Urgencia salió afuera del edificio para verla pasar. Pero era una falsa alarma.

Miembros del Sindicato de Empleados de Comercio y de la Fundación Comandante Cabot se reunieron en esta intersección para darle la bienvenida a Cristina con bombos y bocinas. Pero la fiesta les duró poco. “Esto es un hospital con pacientes que necesitan silencio”, les dijo uno de los médicos que cumplía guardia en Urgencia. Los manifestantes dejaron de tocar y decidieron hacer el aguante en silencio. Pero sólo hasta que entraron: adentro, siguió el ruido.