Por primera vez desde el comienzo de la pandemia, dos empresas sanjuaninas unieron sus esfuerzos para elaborar en la provincia los barbijos N95, que por su eficiencia están aprobados para ser usados en el ámbito de la salud. Se trata de la tercera fábrica en el país que produce estos dispositivos, porque las otras dos están en el conurbano bonaerense y tienen sus capacidades al máximo.

Prosafe, como se llama la nueva firma, lleva elaborados unos 10.000 barbijos desde el 1 de julio pasado, cuando empezó con la elaboración. Y es el producto del esfuerzo compartido de Solimin, una distribuidora de elementos de protección personal que es de Luciano Guglielmini, y de R y R, una fábrica de papel y de productos de limpieza que le pertenece a Ricardo Palacios. Ambos son asociados a la Unión Industrial de San Juan y contaron con el asesoramiento de la Agencia Calidad San Juan, que les brindó talleres de ayuda sobre técnicas de cómo innovar dentro de una empresa.

Palacios explicó que frente a la intención de diversificar la producción y frente al desabastecimiento de este tipo de insumos, porque fuera del país se fabrican en China y Estados Unidos, pero no hay disponibles, y con las firmas de Buenos Aires al tope de su producción, decidieron sumar esfuerzos y embarcarse en el rubro.

El uso principal de este tipo de barbijos, en las épocas actuales de lucha contra el Covid-19, es en hospitales pero, por su eficiencia, también pueden ser empleados por ejemplo en las caleras y el ámbito de la construcción porque cuentan con certificación oficial del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

La capacidad de producción de la firma es de 3.000 barbijos diarios. Y para esa producción cuentan con un plantel de 6 empleados, tomados a través de la Oficina de Empleo de la Municipalidad de la Ciudad de San Juan. Hasta ahora llevan comercializados unos 10.000 unidades a empresas de Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y en San Juan.

Una de las expectativas que tienen los propietarios de la nueva firma es que con el regreso a clases pueda crecer la demanda porque son mucho más eficientes que los tapabocas caseros.

Para la fabricación de este tipo de elementos, fueron necesarias la adquisición de tres máquinas, incluso una de ellas importada, con una inversión netamente sanjuanina que alcanza los 2,5 millones de pesos. La primera de las máquinas le da forma al barbijo, otra la corta y la tercera le coloca el elástico, que es adquirido a firmas sanjuaninos. Las telas se adquieren una en Buenos Aires y la otra es importada.

Como llevan pocos días todavía de fabricación y ventas, no descartan que si el volumen de la demanda crece, en un futuro deban ampliar la capacidad de elaboración y tomar más mano de obra, siempre local.

Un dato importante es que mientras en el mercado nacional un barbijo de este tipo se consigue a unos 1.000 pesos en promedio, por la compra de 100 unidades se pueden adquirir a 100 pesos cada uno.

Eficiencia. Por sus condiciones, este tipo de elementos son aptos para ser usados en el ámbito de la salud.


 

Empleo

6  Es la cantidad de empleados que tiene en la actualidad Prosafe, pero no descartan tomar más en el futuro si crece la demanda.

Nombre

La designación N95 indica que este tipo de barbijos filtra al menos el 95% de las partículas que se encuentran en el aire y por eso está recomendado para su uso en el ámbito de la salud, en prevención del contagio del Covid-19. El personal debe usar los respiradores con las precauciones necesarias.

RECOMENDACIONES

El barbijo N95 es un dispositivo de protección personal que se usa en la cara, cubre al menos la nariz y la boca y se usa para reducir el riesgo del usuario de inhalar partículas peligrosas en el aire. En estas épocas está recomendado para prevenir contagios de coronavirus.

El tiempo de uso del barbijo en el personal de salud es de 7 días cuando se trabaja con pacientes 7 horas por día, o 15 días cuando se trabaja con pacientes 4 horas por día. El personal de aeropuertos y otros deben utilizar barbijos comunes y descartarlos cada 24 horas o al finalizar la jornada de trabajo, según afirman autoridades sanitarias.

En el caso de los enfermos, el uso puede ser hasta de 3 días (personas con Covid-19, cuidadores o familiares que están en contacto con el enfermo) y hasta 7 días si se usa esporádicamente, dependiendo de la manipulación y conservación.