Trabaja para una empresa chilena, pero es sanjuanino. Es buzo profesional con mucha experiencia, además de haber participado en la Guerra de Malvinas. En el tremendo operativo de rescate que se hizo para recuperar oro y plata de un buque que había naufragado en aguas patagónicas, fue el único oriundo de San Juan en haber participado.

-¿Qué implicó ser el único sanjuanino en la expedición de rescate del cargamento minero del Polar Mist?

-El rescate de la carga del Polar Mist fue todo un orgullo. Pero por sobre todo fue una gran responsabilidad, ya que mi función es la de superintendente de Operaciones y Seguridad de la empresa chilena STS, encargada del rescate. Este salvamento ha sido el máximo logro personal que he tenido en más de cuarenta años de experiencia, tanto por las difíciles condiciones climáticas, como por el valor de la carga y todo el trasfondo de dudas que existió sobre el hundimiento.

-¿Hubo muchas dificultades para finalmente recuperar la carga minera?

-Sí, existieron varias dificultades. Una de ellas fue que la bodega de babor que transportaba los lingotes colapsó y debimos romper hasta las cajas donde se encontraban las barras para extraer las bolsas una por una. Otra gran dificultad fueron las condiciones climáticas, que incluso nos impidieron las tareas durante más de una semana. Es por ello que el rescate de esta carga es histórico. Fue tanta la repercusión internacional que cuando llegamos a Chile, nos recibieron como verdaderos héroes.

-¿Cómo llegó a trabajar en una empresa chilena de buzos de rescate?

-De muy joven ingresé a la Armada Argentina y me recibí de maquinista naval. Pero elegí especializarme en buceo y se convirtió en mi profesión. Fui uno de los primeros buzos argentinos en sumergirse a más de 200 metros. Continué perfeccionándome con cursos, estudiando, leyendo y practicando. Hoy, con 62 años, con una gran familia y a más de veinte años de dejar de realizar inmersiones, me dedico a preparar rescates, certificar y construir equipos y sistemas de buceo para la empresa chilena STS.

-¿De qué manera se organizó el rescate de la carga del Polar Mist? ¿Se cumplieron los plazos o planes preestablecidos?

-Siempre para este tipo de rescate se establece planillas donde se instaura los márgenes de seguridad. Yo siempre doy un poco más de margen a los parámetros seguridad establecidos. Me gusta ser muy precavido, ya que hay que estar pendiente de miles de sistemas, de operadores, de soldadores, del oxígeno, de la cámara y otras cosas. El rescate lo realizamos en 21 descensos de buzos. Un récord, ya que habíamos previsto 70 aproximadamente. Cada buzo podía trabajar sólo una hora en la profundidad. Luego necesitaba cinco horas de despresurización y 24 horas para volver a sumergirse.

-¿El rescate de la carga le recordó de alguna manera su experiencia en Malvinas?

-Siempre que realizo algún tipo de tarea que implique la utilización de buzos y cámaras hiperbáricas me recuerda a mi época de trabajo a bordo del Rompehielos Irízar, de la Armada Argentina. Este barco participó de la Guerra de Malvinas y en él, yo estaba a cargo de la parte de las cámaras hiperbáricas. Eran utilizadas para impedir el avance de las infecciones de los soldados heridos en la guerra.

-¿Fue difícil conciliar tantos intereses en una tarea de rescate de una carga valuada en 20 millones de dólares?

-Fue bastante difícil. Principalmente porque existían muchos intereses. Hubo momentos donde la gente de la empresa aseguradora nos decía que eran aptas las condiciones climáticas para trabajar. Yo salía y había un viento muy fuerte y olas de más de 10 metros. En ese momento se planteaba la discusión. Yo me ponía duro y no hacía bajar a mis buzos por cuestiones de seguridad. En un momento, los representantes de la aseguradora exigieron que se hablara sólo en inglés. Es que por momentos se hablaba en portugués, español y holandés al mismo tiempo. A esto se le sumaba el dialecto y tonadas propias de cada uno de los buzos mexicanos, chilenos y brasileros.

-¿Cómo se hace para unir la profesión de buzo de rescate con ser padre de familia?

-Es una buena pregunta. No es fácil. No se lo recomiendo a nadie. Te perdés muchas cosas de la vida de tu mujer, hijos y nietos. A esto se le suma el hecho de siempre estar tan lejos, incluso donde no existe posibilidad de comunicación telefónica satelital. Pero es mi profesión y hay que aceptarlo. Lo que me reconforta es volver de algún trabajo y ser recibido por mi mujer y mis nietos. Están siempre a la espera de que les cuente las historias y les muestre las fotos de los trabajos submarinos que hago.