-¿Qué opinión le merece la reciente aprobación de la Ley de Glaciares promovida por los senadores Filmus y Bonasso?

-Va a ser una ley muy controvertida, que además nació mal parida, porque el artículo 17, que es el que determinaba que hasta que no se realizara el inventario de glaciares no se concederían nuevas licencias mineras, se eliminó de manera subrepticia, lo que fue oportunamente señalado por un senador que no fue escuchado.

-¿Dicha Ley afectará el normal desenvolvimiento laboral y territorial de la mina Cerro Vanguardia?

-La operación de Cerro Vanguardia no se vería afectada en absoluto, puesto que está ubicada a sólo 60 kilómetros en línea recta de la costa atlántica, en plena estepa patagónica y no se enmarca dentro de ninguna zona periglacial. Por otra parte el yacimiento se ubica a 500 kilómetros del Glaciar Perito Moreno, el ícono de los glaciares en Argentina.

-Más allá de que no afecte a Cerro Vanguardia, a su entender, ¿la reciente aprobación de la Ley de Glaciares resulta inconstitucional?

-Claro que sí, es groseramente inconstitucional, porque avanza sobre la potestad de las provincias de administrar sus recursos naturales. Además establece prohibiciones para ciertas actividades en particular, por lo que de ninguna manera se puede definir como una ley de presupuestos mínimos. Será muy difícil reglamentarla y originará acciones legales.

-A partir de la aprobación de la Ley de Glaciares, ¿qué se entiende por zona periglacial?

-Todo podría considerarse como periglacial. Incluso si alguien metiera una maceta en la heladera y la dejara allí por el término de dos meses, se podría considerar área periglacial. Suena ridículo, pero a este punto se podría llegar si se permitiese que un juez interprete el término. Esto debilitaría y afectaría las millonarias inversiones de las empresas en el país.

-¿Cómo fue su seguimiento mediático del tratamiento de la Ley de Glaciares? ¿Cuál es su opinión al respecto?

-Estuve siguiendo la sesión hasta altas horas por TV y escuchando unas ponencias muy pobres, algunas de las cuales demostraban una ignorancia supina. En general, muy pocos sabían lo que estaban votando, y transformaron esas falencias en arengas políticas, en las que se hablaba de regalías, de lo que deja y lo que no deja la minería, con muy pocas referencias a temas de glaciares en particular y de medio ambiente en general.

-¿La aprobación de la Ley de Glaciares dejó en evidencia una falta de comunicación desde el sector minero para con la comunidad en general?

-Yo creo que sí, al menos dejó en claro que el sector minero no cuenta con voceros claros o creíbles. Que es sólo un grupo de individuos, cámaras empresariales e instituciones varias que juegan roles de conveniencia y están dispuestos a defender la actividad en forma tibia y tardía. Sólo después de concluir que si no lo hicieran las pingües ganancias que supieron generar se podrían terminar y que la carroza se volvería a trasformar en un zapallo y los hermosos corceles en ratones.

-A nivel personal, y habiendo trabajado en las dos minas auríferas en actividad en la provincia de San Juan, ¿qué opinión le merece tantos intereses alrededor de la industria minera?

-Sinceramente veo un juego político muy perverso en todo esto: a casi nadie le importa la protección de los glaciares y sólo cuenta las aspiraciones políticas. Se trata de engañar a la gente con falsas dicotomías: minería o medio ambiente. No existe actividad industrial en Argentina más regulada que la minería, de hecho, la actividad cuenta con una ley de impacto ambiental que fue incorporada al Código de Minería. Es una ley muy estricta que requiere de informes ambientales aprobados antes de comenzar cada una de las etapas del desarrollo de un proyecto minero.