Un lujo que pasara solamente por San Juan, luego de ser expuesta en Buenos Aires.

La exposición, curada por Massimo Scaringella, con textos especialmente escritos por el critico de arte británico Edward Lucie-Smith entre otros, muestra un conjunto de dibujos en papel realizados y firmados por Francis Bacon. La mayoría de ellos fueron expuestos en el marco de la bienal de Venecia de 2009. Los dibujos delinean una galería de personajes profundamente monstruosos, típicos de la iconografía del famoso pintor irlandés que falleció en 1992.

Pocos años atrás, entre 2003-2004 estos y otros dibujos fueron sujeto de un juicio para determinar definitivamente su naturaleza. La historia pública de los dibujos de Cristiano Lovatelli es extensa, pero el caso concluyo en el 2004 con la comprobación de que la firma era efectivamente de Francis Bacon.

Es un verdadero lujo para nuestra provincia poder inaugurar el año de programación del Centro Cultural Conte Grand con esta exquisita exposición, que nos introduce a la vida y obra de este gran artista, permitiéndonos acercarnos a todas sus facetas. La muestra estará acompañada de textos, reproducciones de obras en color, proyecciones de películas sobre su vida y obra, y charlas para escuelas y público en general. La inauguración es a las 20,30 hs. la muestra se expondrá hasta el 24 de abril.

Opinión

Massimo Scaringella - Curador de la muestra


Cuarenta dibujos del artista irlandés Francis Bacon, considerado uno de lo grandes maestros del siglo XX, constituyen el cuerpo de esta excepcional e inusual muestra.

Se trata de los "dibujos italianos" de Bacon, que el escritor Giorgio Soavi definió como +extraordinarios+, comparables a sus mejores pinturas por su calidad e intensidad, y que por años han sido el centro de una larga y compleja vicisitud judicial concluida felizmente en el 2004 con un proceso que ha puesto un punto final al tema de su autenticidad.

La opinión universal que hasta ese entonces acompañaba la memoria del artista señalaba que Bacon no dibujaba y, si lo hacía, se creía que inmediatamente destruía sus dibujos. Dicha opinión no era del todo cierta, y estos dibujos, como define David Sylvester, serían la prueba de que apenas conocemos +la punta del iceberg+ en el mundo artístico de Francis Bacon.

Los dibujos fueron realizados por el gran pintor irlandés entre comienzos de los años ochenta y 1992, año de su muerte; en diversos momentos, pero sobre todo durante los numerosos viajes a Italia en los cuales el artista, por su temperamento volcánico y por el natural anticonformismo que lo distinguían, evitaba la compañía de críticos, expertos de arte y periodistas, para entretenerse únicamente con amigos completamente extraños al mundo del arte. Entre éstos, Cristiano Lovatelli Ravarino, amigo cercano de Bacon, fue a quien el artista dejó la mayoría de las obras expuestas.

+Se trata de grandes hojas, firmadas, separadas, autónomas. Son dibujos hechos con el propósito de regalarlos, no con motivos comerciales, sino para donarlos a un amigo, como los dibujos que Miguel Ángel hizo para el joven Tommaso Cavaliero+, así los describe Edward Lucie-Smith.

Estos dibujos, realizados a modo de escenas individuales, descubren personajes sometidos al filtro de deformaciones y alteraciones escabrosas que delatan la impronta del artista. Se trata de concentraciones de imágenes, esta vez hechas en papel, que permiten una vez más el reconocimiento de Bacon como uno de artistas más originales del siglo XX. Entre los temas de las obras aparecen los Papas, inspirados en el retrato de Inocencio X de Velázquez, la Crucifixión, retratos y autorretratos.

+Haciendo estos grandes dibujos a una edad tardía, parecería casi que Bacon hubiera querido hacer una especie de juego consigo mismo, subraya además el histórico del arte inglés+. +Estos dibujos, que no eran realizados para ser expuestos durante la vida del artista, ofrecen una especie de meditación interior sobre las obras hechas anteriormente, cosa no del todo sorprendente para un artista que sabía que estaba acercándose al fin de su propia carrera+.

El veredicto del juicio del 2004 se pronunció con una doble negativa: resultó imposible probar que los dibujos no eran de Bacon y absolvió a Ravarino Lovatelli. Parece muy probable que las dudas sobre la autenticidad de los dibujos de Francis Bacon no se tranquilicen con esta exposición; por el contrario, "la punta del iceberg" supone una confrontación abierta, libre y directa, para un público curioso por la vida y trabajo de este artista, para críticos, historiadores y coleccionistas que hayan hecho de Francis Bacon el objeto de su pasión.