Como dice el refranero popular, tanto va el cántaro al agua… Aunque en este caso podría decirse que tantas veces fue el arquitecto Jorge Eduardo Grizas a trabajar en la reparación de los molinos harineros de Jáchal -movidos por la fuerza del agua-, que terminaron inspirándolo en lo que es el primer trabajo literario de su vida. "Fantasmas en el molino" es el nombre de libro de cuentos cortos que serán presentados en sociedad este miércoles 18 de noviembre, como parte de los actos por la Fiesta de la Tradición jachallera.
Como no podía ser de otra manera, la publicación, basada en relatos de la gente y con un giro ficcional propio, verá la luz en el entorno de un molino. Es que entre el autor y las autoridades de los entes involucrados en todo el proceso de restauración de estos Monumentos Históricos Nacionales eligieron como escenario al molino de Reyes, ubicado en un callejón de San Isidro. Justamente en el mismo acto se cortarán las cintas que significan la vuelta al trabajo para esta herramienta, la segunda puesta en valor en el departamento. Si bien se sabe que no volverá a moler las cantidades de trigo de antaño, al menos servirá para mostrarle el proceso a turistas y lugareños interesados por conocer un pasado esplendoroso para la región.
La ceremonia será además el marco ideal para rendirle un homenaje a la -de algún modo- coautora del libro, la profesora superior en Letras y Master en Antropología, Cristina Krause Yornet. Ella se fue -falleció el 4 de octubre pasado, producto de un cáncer de pulmón- días antes de la presentación del libro para el cuál propuso una serie de actividades educativas o guías de lectura para cada uno de los doce capítulos, además escribió de puño y letra el estudio preliminar del compendio.
El libro en cuestión fue declarado de interés cultural por el Ministerio de Educación de San Juan y por ende, recomendado como material de lectura para todos los niveles educativos. De hecho, en la oportunidad, se repartirá parte de los primeros 200 ejemplares entre las escuelas y bibliotecas de Jáchal.
De inspiración jachallera
El puntapié inicial del libro fue el involucramiento del autor con los molinos. Desde hace por lo menos quince años que el arquitecto Grizas -cuyo único contacto con la literatura fue hasta esta publicación, tan sólo un par de borradores, escritos como al pasar y que nunca dio a conocer ni siquiera a sus íntimos sino que limitó la inquietud a la propia relectura caprichosa- dirige trabajos de investigación y de extensión universitaria respecto de estos elementos centrales en la economía jachallera desde el siglo XVIII a las primeras décadas del XX, cuando vieron el ocaso y conocieron las huellas del abandono. Grizas, un experto en Patrimonio Arquitectónico Cultural, tenía como meta sacarlos del ostracismo, del olvido y de la desidia. En cambio, soñaba con darles vida, dejándolos tal como fueron pero reactivándolos a comenzar a girar de nuevo.
Sus anhelos cobraron fuerza cuando en julio del año 2000 y gracias a un proyecto del entonces senador José Luis Gioja fueron denominados como Monumentos Históricos Nacionales, seis de los molinos en pie (cuatro ubicados en Jáchal, dos en Iglesia y quedó uno fuera de la ley porque sus propietarios se negaron a la inclusión). Esta denominación por ley (la 25.291) es el máximo rango patrimonial y reconocimiento para un edificio significativo por sus características constructivas ó por la valoración social respecto de algún acontecimiento ocurrido allí.
A partir de ese momento y con Grizas a la cabeza de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos -además como investigador- se comenzó a trabajar para conseguir fondos protegerlos y restaurarlos. Pusieron dinero y mano de obra la Nación, la provincia, el municipio, la UNSJ, Gendarmería Nacional, la Dirección de Arquitectura, la sociedad toda (hubo conciertos de artistas para conseguir dinero para este fin), empresas privadas como Barrick. Hasta ahora se logró habilitar para la molienda el de Huaco, el de García o "del Alto" y el de Reyes, todos en Jáchal. Todavía esperan por arreglos, el Sardiña, el Escobar o de Iglesia y el Viejo Molino Bella Vista, estos últimos de la comuna iglesiana.
Quizás por el compromiso asumido, Grizas no disimula la fascinación que siente por los molinos. Inclusive hasta se anima a decir que es un orgullo para él, tanto la obra como lo que deja plasmado en el libro porque "los molinos son un eje en la historia de la humanidad, desde los egipcios, pasando por el Imperio Romano, el Medio Evo hasta nuestros días se utilizaron y con ellos se probó tecnología y una energía sana y no contaminante. Son testimonio del desarrollo de la humanidad", define el autor que dice que el contacto con la gente en cada una de las investigaciones que hizo lo incentivó por estudiar más sobre la mecánica y los sistemas de moliendas.
También ese contacto prácticamente semanal -y durante más de una década- con el pueblo jachallero es el que lo nutrió de las historias que luego, con un giro imaginativo personal, transformó personajes y hechos para relatar sus cuentos y tematizar sobre esta maquinaria y sus alcances. "Se ha perdido, como tantas cosas, el conocimiento sobre los molinos. El libro es una puesta en valor, especialmente para los más jóvenes, para quienes de hecho fue pensado. Quizás porque tengo alma y oficio de profesor, entonces todo lo que uno hace, inevitablemente lleva el sello de la docencia. Aparte tengo hijos entre la adolescencia y la juventud, que indudablemente me motivaron a escribir estos cuentos. Por otro lado, es un agradecimiento a la ayuda brindada por los lugareños", explica.
Y nadie mejor que Krause, evidentemente una conocedora del pensamiento del arquitecto Grizas, para resumir el sentido de los doce relatos, tal como aparece en las primeras páginas de la publicación. "El narrador o los personajes transitan el espacio molinero y conducen al lector por patios, depósitos, rincones, diversas máquinas de madera, talleres y galerías". Como si estos fantasmas quisieran recobrar vida con los hechos y las palabras.
Los años del "oro blanco"
Que los molinos recuperen sus fuerzas y su historia es todo un símbolo para Jáchal. Especialmente si se revisa el pasado ya que en el 1902, según figura en la guía del Instituto Geográfico Militar de San Juan, este departamento contaba con al menos dieciséis molinos en funcionamiento, que no sólo llegaban a transformar el trigo en harina de la localidad y alrededores sino que podían moler los granos de otras provincias. Inclusive era tal el movimiento económico y productivo que generaban que, gracias a este punto del mapa, San Juan escaló hasta el segundo puesto dentro de las provincias trigaleras del país, después de Buenos Aires. El trigo molido en Jáchal se consumía en Córdoba, La Rioja, San Luis, también en Chile e inclusive hay registro que llegó hasta Perú.
Según la documentación, en 1923, se producía por día unas 24 toneladas de harina.
Pero la decadencia del oficio y de la industria del "oro blanco" llegó a estas tierras, cuando la Pampa plantó más trigo -que era de mayor calidad y mayor rinde- e instaló molinos de alta tecnología, sumado a la cercanía del puerto y al paso del ferrocarril.
En el 2000 se empezaron a recuperar los molinos locales y en mayo pasado, la Secretaría de Agricultura, a través de un proyecto de Turismo Rural, implantó 10 hectáreas de trigo en dos escuelas agrotécnicas de la zona (la Manuel Belgrano y la Gonzalo Doblas) y en dos campos privados. La idea es que el producido sea en parte la materia prima que se utilice para hacer funcionar los molinos ante los ojos de los visitantes y por otro, sirva para hacer reproducción de semillas para volver a plantar, según contó Lorena Manrique, una de las personas que dirige este proyecto. A principios de diciembre será la primer cosecha.

