Desde que el 28 de octubre fue instituido como Día del Trabajador Minero (por la creación del sindicato AOMA en 1953) hasta la actualidad, muchas cosas cambiaron y se complejizaron en la faena. Con las leyes sancionadas entre los años ´93 y ´94 en el Congreso de la Nación, se inició un proceso de captación de capitales de riesgo muy significativo para el país. Tras el arribo de las inversiones se impulsó el desarrollo del sector minero argentino y se comenzó a transitar los conceptos de “nueva minería”, un proceso en el que los trabajadores debieron adecuarse a las exigencias de una industria dotada de nueva tecnología, artes laborales, capacitación y conceptos vinculados a la seguridad.

Es que ser minero significa un cambio constante. Desde implicancias más simples como adaptarse a las transformaciones tecnológicas en cuanto a maquinarias utilizadas en los procesos de producción a otras indirectas pero no menos complejas como la repercusión que puede tener en el trabajo minero la fluctuación del precio de los metales en las bolsas internacionales.

En cuanto a los cambios sociales, la incorporación de la mujer en la tarea minera no es un dato menor. Hoy las chicas realizan tareas desde operarias a cargos jerárquicos. En la provincia de San Juan los números demuestran esta tendencia, ya que en los últimos 25 años, la proporción de mujeres con respecto al total de trabajadores en la minería aumentó 7 veces. Esto implica que la relación del empleo femenino en el sector metalífero creció del 0,66% a fines de 1989, al 5% de empleo en 2014.

Más importante que las cifras es la experiencia misma de quienes viven de esta actividad. En esta edición y a modo de homenaje a los trabajadores, CUYO MINERO comparte lo que significa ser minero en primera persona.


Pedro Olmos, jubilado

“La minería y la topadora ya son parte de mi ADN”

Actualmente Pedro Olmos se levanta temprano y lleva de la mano a uno de sus 5 nietos al jardín por primera vez desde que se jubiló como maquinista de la empresa Barrick hace unos pocos meses. Con 67 años de edad, hace más de 40 años que trabaja en la industria minera nacional sobre topadoras encargadas de realizar desmontes y limpieza de huellas y caminos que utiliza la actividad extractiva. “Recuerdo que en el año 72 me inicié sobre la topadora realizando desmontes para particulares en un par de canteras de la provincia de San Juan. En ese momento se cobraba muy poco, sin horarios fijos y se trabajaba con máquinas viejísimas a cables y sin cabinas, así que uno en el verano se achicharraba y en invierno se congelaba”, recordó Pedro.

“Cada vez que viajo recuerdo cuando trabajé por siete años en la mina Farallón Negro, ubicada en Catamarca, donde junto a topógrafos realizábamos caminos. Luego las mismas labores las realicé sobre mi topadora en el proyecto Bajo La Lumbrera y también en Tucumán, Mendoza, La Rioja y otras provincias. Ya en el año 82 comencé a trabajar formalmente en Yacimientos Mina Ángela, en Chubut, que está ubicada más o menos a 100 kilómetros de la ciudad de Bariloche, ahí estuve más o menos seis años limpiando rajos y galerías de túneles”.

Luego del fallecimiento de su madre, Pedro volvió a Buenos Aires para instalarse en la capital por varios años. El radical cambio de vida llevó al ya por entonces experimentado operador de topadoras a trabajar en un supermercado por mucho tiempo. “Estuve bastante alejado de la máquina y de la minería, que ya por ese entonces era mi vida, mi compañera, parte de mi ADN, lo que durante mucho tiempo me permitió vivir, comer y sobre todo aprender”, comentó Olmos emocionado. Y continuó: “Cuando me quise alejar de la industria no me fue muy bien, pero lo bueno es que en el trayecto conocí a mi señora y fuimos formando nuestra familia, y como no conseguía trabajo de maquinista finalmente nos volvimos a San Juan y empecé a realizar trabajos de topadora para una contratista hasta que entre a Barrick para la mina Veladero”.

Zulema Aciar, empleada en Gualcamayo

“Por la minería podré
tener mi casa propia”

Trabaja desde hace nueve años y dos meses en el área de Relaciones Comunitarias de Minas Argentinas SA en Jáchal, en mina Gualcamayo. Ella es Zulema Aciar, jachallera, y no es fortuito que con motivo del Día del Trabajador Minero ocupe nuevamente nuestras páginas. En 2009 y cuando inauguró Gualcamayo este medio la entrevistó; en ese momento la historia minera de Zulema acababa de empezar y por fortuna, es un caso concreto de quienes hicieron de esta actividad su vida. En aquellos tiempos fue una apuesta al cambio. Divorciada y con dos adolescentes a su cargo buscó un inicio para empezar. Como docente, no se dieron las alternativas (ejerció en Neuquén pero cuando volvió a San Juan ya habían pasado los llamados) y es así que llegó a las oficinas de MASA en Jáchal. Eran los inicios de la mina, así que había cientos de currículos y en ese momento lo concreto fueron las tareas de limpieza.

“Esto es lo que hay por ahora” le dijo Mario Hernández, vicepresidente de Minas Argentinas, “pero con el tiempo puede cambiar”. Y vaya si cambió. De las tareas de aseo pasó a ser secretaria en Relaciones Comunitarias y hoy ya forma parte activa del equipo como nexo con los proveedores y en las acciones de Responsabilidad Social que la empresa concrete en sus zonas de influencia. “Conocer una determinada realidad social y contar con las herramientas para transformarla es muy gratificante, más cuando uno recibe el agradecimiento”, dijo.

Actualmente un anhelo esperado le genera expectativa: en diciembre ya contaría con la habilitación para construir su casa en el que sería el primer barrio de mineros en Jáchal.

Según Zulema, la iniciativa surgió de un grupo de 20 empleados, idea que la empresa acompañó y que hoy está en ciernes de concretarse. “Consolidamos un grupo de veinte personas y buscamos un terreno, la empresa nos facilitó el dinero para comprarlo, descontándonos en cuotas sin interés y a través de nuestros haberes mes a mes. Fue algo que surgió desde los empleados pero nos dieron el respaldo”, dijo y agregó: “Quiero aprovechar de agradecer a quienes lo hicieron posible, gracias a la confianza por la minería podré tener mi casa propia”, concluyó.