La casa se sitúa en la periferia de la ciudad ocupando tres lotes (de mil metros cada uno) en una nueva urbanización, que cuenta con frondosas arboledas, además de amplias y generosas vistas a la pre cordillera. Este loteo se ubica en una zona de fincas y huertas, donde en los últimos años se observa un nuevo proceso de urbanización a raíz del establecimiento de numerosas casas de fin de semana.
No es una expresión heroica de la tecnología contemporánea y los productos industriales, sino que ha sido pensada para adaptarse a una zona de características rurales y solo sobresalir por la linealidad de sus volúmenes puros revestidos por una piel de piedra natural (laja oxidada), la liviandad de sus techos de influencia Wrightiana, y los amplios planos vidriados para ganar las mejores vistas. La intención del proyecto es alcanzar el justo punto de tensión que debe existir entre la obra, acción cultural e ideológica, y la tierra, el sitio, la naturaleza.
Por razones de calidad de terreno, la construcción se emplazó sobre un terraplén artificial para evitar los problemas que acarrean la presencia de napas freáticas altas, estructurándose en un basamento o piano nobile, que alberga el estar-comedor de doble altura (acotada), abierto al sol de la mañana (este) y protegido del oeste por una amplia y profunda galería que da a la pileta en el mismo plano. Los planos verticales se separaron del techo mediante la utilización de rajas (ventanas angostas) que son las que bañan la casa de luz cenital rasante que desborda por las paredes dando características únicas.
El tratamiento de la luz y las transparencias al exterior, logran en los distintos espacios, enriquecer todos los movimientos internos, creando esa doble condición interior – exterior, pensando que los elementos vegetales terminen enlazados con la arquitectura gestando ese lugar único o sagrado que es esta vivienda.
Siguiendo los preceptos de Heideger, se busco ,abusar de lujos espaciales, encontrar la mejor relación entre el interior y el exterior, y finalmente que la arquitectura pueda compartir el tiempo con lo que lo rodea, envejeciendo juntos, reflejándose en las texturas, los colores oxidados de la tierra y la suave madera que se pisa.

