El lapislázuli, esta famosa y antigua gema fue utilizada por los sumerios, babilonios, sirios y egipcios. En América por su parte, fue usada por los Incas, los Molles, Diaguitas y otras culturas precolombinas. Cleopatra utilizó el polvo de lapislázuli como primer cosmético para ojos. Sus usos y aplicaciones a lo largo de la historia han sido innumerables, pero su gran particularidad radica en que solo se extrae de dos yacimientos en el mundo. Uno está ubicado en Afganistán y otro en Chile.

El primero se ubica en la provincia de Badakshan, al noreste de ese país, en donde se obtiene el de mejor calidad. En Chile, se encuentra en la provincia de Coquimbo, el yacimiento se llama “Flor de los Andes” y está a 3.600 metros de altura en la Cordillera de Los Andes. Cerca de Tulahuén, Comuna de Monte Patria, aproximadamente a 80 kilómetros de Ovalle. En este lugar es extraído solamente en los meses estivales debido a que es imposible encontrarla durante el invierno por la nieve.

El lapislázuli (Piedra Azul) es una piedra semipreciosa muy usada en el antiguo mundo de la joyería. Los griegos la llamaban “cynos”, mientras que los árabes la llamaban “hageralzenari”. Esta gema posee un característico color azul oscuro, aunque también puede ser de color violeta o verdoso.

Científicamente se define como una roca, ya que está compuesta mayormente de calcita y otros minerales incluyendo la zurita de la cual obtiene su color, pirita del cual obtiene sus destellos iridiscentes y otros feldespatoides del grupo de la sodalita. En algunos pasajes bíblicos es descrito como zafiro; los griegos le atribuían propiedades curativas contra fiebres y la melancolía; los faraones egipcios la utilizaron en sus principales tronos y máscaras funerarias; los chinos la agregaban a sus vestimentas y al pelo contando con que les proporcionara suerte y salud. Posteriormente, durante el renacimiento, el polvo de lapislázuli fue utilizado como un resistente pigmento azul que no perdería su color. Leonardo da Vinci, Fray Angélico y el artista Albrecht Dürer, entre otros, usaron el “oro azul” en algunas de sus pinturas más valiosas. En esa época, su valor por gramo igualaba el del oro. A fines del siglo pasado, Carl Fabergé incorporó lapislázuli a sus más preciadas joyas, y recientemente Paloma Picasso a las suyas.

Un gran número de culturas precolombinas ha utilizado el lapislázuli en máscaras y otros artefactos por más de 2000 años, extraídos de la cuarta región de Chile. Los egipcios acostumbraban a tallarla en forma de escarabajos y en otros casos la molían en polvo llamado “chsbet” para modelarlo en hermosas figuras tales como los gatos de cuello largo. A su vez, gozaba de mucho prestigio en Mesopotamia, debía su valor sagrado a su significación cosmológica. Ya que también era símbolo de la noche estrellada y del dios lunar Sin. Históricamente se la ha definido como un “fragmento de cielo estrellado”. Para los babilonios representaba el dios de la luna y de la noche. Y a pesar de su fragilidad, fue usada para hacer grabaciones de diversos tipos. Los cristianos la dedicaron a la Virgen; mientras que los griegos la consagraron a Venus. Se la conoce como la piedra de la comunicación y ayuda a pensar racionalmente.

Entre sus aplicaciones físicas es muy utilizada en meditación, es eficaz para controlar los desajustes emocionales, cura la melancolía y está indicado para el tratamiento de las afecciones del bazo. Aporta paz y sosiego general al cuerpo y a la mente. Según muchos astrólogos, protege al portador de peligros físicos.