Nada más rico que iniciar una comida con una entrada que calme el hambre y un buen vino que invite el diálogo y a seguir comiendo entre familiares o amigos. En este caso nada mejor que un buen blanco tan fresco como lo demanda la época -un detalle a tener muy presente-, y si tiene buenos aromas mejor. ¿Esto por qué? Porque el chef consultado en esta sección optó por entradas aromatizadas con albahaca en algunos casos, panceta, jengibre, entre otros que dan aromas tan particulares que son muy bien acompañadas por un Viognier, Sauvingon Blanc o Torrontés. Claro que la opción de un tinto joven también es buena, sobre todo para aquellos que siguen resistiendo a los placeres que da un buen blanco. En este caso puede ser un suave Tempranillo y por qué no un bivarietal Syrah-Viognier que se toma frío (9-10 grados).

Dicho así todo parece ideal, pero hay que tener en cuenta algunos aspectos para que el servicio sea óptimo. Uno de los detalles de más importancia es el momento en el que se realiza la compra. Aquí está bueno pedir el asesoramiento de quien atiende la vinoteca o lugar que se elija para comprar el vino respecto de las marcas que ofrece el mercado en cualquiera de las variedades mencionadas. Mirar bien la etiqueta para constatar que sea un vino del año y no de otros anteriores porque no garantizará la frescura requerida para este tipo de comida.

No hay que olvidar que los blancos, en general, son de consumo anual, aunque hay algunos que han pasado por periodo de crianza en madera que los vuelve más estructurados, pero no es este el caso.

Una vez seleccionado, otro aspecto a tener muy presente es la temperatura. Los blancos deben servirse a unos 9 o 10 grados de temperatura para poder disfrutarlos a pleno (no olvidar que menos de 8 grados los sabores y aromas se pierden). También hay que tener en cuenta que con los calores de San Juan, una vez servido en la copa, rápidamente aumenta un par de grados, por eso también habría que disponer de una frapera con un tercio de hielo y un poco de agua para mantenerlos a temperatura.

Incluso, si se elige un tinto joven -como el tempranillo mencionado-, la temperatura debe ser de unos 14 grados (y aquí de paso un ruego a los restaurantes locales ¡Por favor no servir el vino a temperatura ambiente de San Juan porque es un crimen!). No sólo que a nadie le gusta un vino caliente sino que tampoco se puede apreciar sus cualidades.

Otro detalle es la copa. Y no se trata de ser sumamente exquisito, sino de darle al vino el lugar que merece. Alcanza con adquirir algunas medianas de boca ancha, transparentes, que pueden servir para tintos y blancos. Por supuesto, no olvidar el brindis de buen augurio con el vino que sólo servirá para comenzar la noche. Luego vienen más.