El ACV (accidente cerebrovascular), también llamado "ictus", es un episodio neurológico agudo que afecta las funciones del sistema nervioso central. Se produce cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe repentinamente, por la presencia de un coágulo, o cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, derramando sangre en los espacios que rodean a las células cerebrales.

Los tipos de ACV son:

Trombótico: Se forma un coágulo en una de las arterias o vasos que irrigan el cerebro provocando la obstrucción del mismo, y por lo tanto la falta de suministro sanguíneo.

Embólico: El coágulo se forma en alguna parte del cuerpo y viaja hacia el cerebro a través del torrente sanguíneo.

Hemorrágico: Se produce sangrado dentro del cerebro (intracerebral) o en una arteria próxima a la membrana que lo rodea. Generalmente la causa es la hipertensión y aneurisma cerebral.

Infarto de vasos pequeños: Interrupción del flujo sanguíneo en un vaso pequeño.

-Cambios en la personalidad.

-Cambios en el estado anímico (depresión, apatía).

-Somnolencia, letargo o pérdida del conocimiento.

-Movimientos incontrolables de los ojos o párpados caídos.

Si se presenta uno o más de estos síntomas durante menos de 24 horas, se puede tratar de un accidente isquémico transitorio (pérdida temporal de la función cerebral), y un signo de advertencia de un posible accidente cerebro vascular futuro, pero siempre es conveniente asistir inmediatamente al médico, ya que las 3 horas posteriores a un ACV son determinantes para recibir un tratamiento que bloquee la gravedad del episodio y consiga luego una recuperación más positiva.

Cuando se sufre un ACV se llevan a cabo una serie de exámenes para determinar el tipo, la localización y la causa, y descartar otros trastornos que pueden ser responsables de los síntomas.

Dichos exámenes pueden incluir una tomografía computada, una resonancia magnética, un electrocardiograma, una evaluación del flujo sanguíneo y lugares de sangrado, un ecocardiograma, una angiotomografía y un doppler de arterias del cuello y/o transcraneal.

El tratamiento inmediato en general es a base de medicamentos trombolíticos y anticoagulantes y elementos nutrientes y líquidos (si la persona presenta dificultades para deglutir).

A largo plazo el tratamiento pretende la prevención de ACV futuros y la recuperación de la mayor funcionalidad posible. Según el caso, éste incluye terapia del lenguaje, ocupacional y fisioterapia.