Quién no tiene algo de madera en su casa. Un mueble, el piso, el marco de un cuadro, o lo que fuere. Sin duda que es así, más si se tiene en cuenta que uno de los materiales más antiguos utilizados en la construcción. Es versátil, noble, relativamente económico, genera calidez y posee una belleza natural. Se trabaja con facilidad, tiene buena resistencia mecánica, es aislante térmico y acústico.

Como si todo esto fuera poco hay diferentes tipos de madera. Están las blandas que se caracterizan por ser fáciles de trabajar, económicas, livianas y de colores claros. En este grupo se encuentran las de álamo, ceibo, sauce, acacia y pino.

Por otro lado están las maderas finas de uso en aplicaciones artísticas (adornos, instrumentos musicales, escultura en madera), como el ébano, abeto, arce y tilo.

Las denominadas duras, para muebles, herramientas, pisos, entre otros. Son pesadas, de precio alto y de colores intensos: caoba, teca, roble, haya, nogal y quebracho, por ejemplo. Finalmente se pueden mencionar a las maderas recicladas que se obtienen de aserrín, virutas ó láminas combinadas con adhesivos ó ligantes, como los aglomerados y madera terciada.

Cualquiera fuera el tipo de madera, uno de los puntos más importantes es brindarle protección y aumentar la belleza sin perder en lo posible su aspecto original.

En primer lugar si se trata de una madera nueva habrá que preparar su superficie para brindar mayor vida útil. La madera virgen es un producto natural, expuesto a diferentes ataques que la degradan haciéndole perder una ó más de sus propiedades. En este caso y si el material está completamente seco hay algunos pasos a seguir antes de aplicar el producto de terminación.

En primer lugar lijar en el sentido de las vetas con lija 120 si la madera está muy irregular, variando el abrasivo hasta lija 180. Eliminar el polvillo con un trapo o pincel de limpieza. No dudar en usar agua y detergente ó solventes para limpiar manchas de suciedad y grasitud y secar con un paño inmediatamente. Comprobar que el material esté libre de insectos y hongos. Si hay dudas tratarla con un impregnante preservador, que contiene insecticidas que solucionan el problema. Si hay nudos presentes, sellar con goma laca en alcohol al 20 por ciento. En este punto se puede comenzar las tareas de barnizado o laqueado para lo que se recomienda entre 2 y 3 manos para trabajos en interior y entre 3 y 5 manos para trabajos en exterior.

Maderas viejas: Por el contrario si se trata de maderas viejas, pero que nunca fueron pintadas , hay que seguir los pasos anteriores pero seguramente será necesario eliminar manchas grisáceas que se generan en las maderas sin tratar que soportaron intemperie durante algún tiempo. Se utiliza para esto aclaradores de madera fabricados con ácido oxálico (sal de limón) disuelto en agua al 30%. Este se pincela sobre las zonas grises logrando recuperar parte del color. Media hora después, se enjuaga con abundante agua. En caso de haber hongos, lavar con lavandina en partes iguales con agua, enjuagar y dejar secar durante un par de días. Así, la superficie queda lista para ser barnizada.

Maderas ya pintadas: Según el producto a aplicar, es necesario lijar la superficie hasta llegar a la superficie original o hacerlo con suavidad para recuperar el mordiente. En todos los casos retirar el polvillo con un paño embebido en el solvente del producto a utilizar, dejar orear y comenzar el trabajo de protección.