Consumidor ilustre. El papa Francisco suele contar con orgullo que fue alimentado con leche de burra en Argentina cuando era bebé.

La leche de burra es un producto ancestral altamente capaz de salvar vidas en peligro por desnutrición. Entre las propiedades de la leche de burra, destacan siempre aquellas que ofrecen beneficios cosméticos y de salud para la piel y a nivel nutricional. Es rica en ácidos grasos y vitaminas (A, B1, B2, B6, C, D y E), lo cual le vuelve un perfecto aliado y le otorga sus propiedades dermatólogas.

Con la leche de burra se elabora un jabón muy nutrido, sumamente especial para tratar pieles secas, aquellas sensibles, y con tendencia a una cicatrización muy pobre o alérgicas. Las pieles con arrugas o envejecidas también se benefician al máximo del potencial antioxidante y regenerador para la piel.

Por otro lado, la gran riqueza de nutrientes que posee la leche de burra le han vuelto un método popular para tratar afecciones como cansancio, desnutrición, debilidad y para tratamientos post operatorios.

Su potencial nutritivo puede llegar a optimizar el sistema inmunológico, puesto que esta milagrosa leche contiene inmunoglobulina y Lizozima; que son componentes que pueden ser encontrados tan solo en la leche materna.

Esta leche es rica en oligosacáridos, lo cual la hace muy recomendada para aquellas personas que tienden a padecer de estreñimiento, alergias, y/o trastornos en su flora intestinal. Esta leche es altamente digestible puesto que tiene un contenido muy bajo en grasas y caseína. Además, no posee efectos secundarios de gravedad.