Antigua rueda de carreta.


A principios del siglo XX, creería que al Norte de la provincia, seguramente en San José de Jáchal, (según mis antepasados) existía una herrería, donde se fabricaban las ruedas de las carretas o carretones, enormes rodados de maderas macizas, artesanalmente trabajadas que, presionadas a una chapa de metal, hacían que esforzados bueyes tiraran como único medio de transporte y de carga. Esta ferretería era lugar obligado de encuentro de parroquianos y amigos. Allí se discutían los vaivenes de la vida y las últimas noticias. Su propietario, don Alejo Azcurra, hombre de estirpe gaucha, con costumbres de raíces españolas y de profunda fe católica, supo cimentar una familia, aunque de poca descendencia, continuadora de su profesión. Amigo de mi bisabuelo, don José Acosta, quien de profesión era arriero. Llevaba ganado y otras mercancías, de Argentina a Chile. Se ausentaba de septiembre a diciembre de cada año, trayendo noticias de lo que estaba pasando en el país vecino. Luego de un tiempo, don Camilo Pérez Videla, (primo de mi abuela), "invento'' una cubierta gruesa de goma - caucho, evitando así el tremendo ruido del andar de estos carretones. El ruido asustaba a los bueyes y era muy molesto para los que las conducían. Esta industria en esos años era muy necesaria, toda una "obra de arte'', vista hoy día. Daba trabajo a muchos hombres, que eran los únicos que podían hacerlo. Mientras, las mujeres cocinaban para ellos. No se les permitía estar en la ferretería de don Azcurra. Según mi abuela en la ferretería de don Alejo Ezcurra, se hacían moldes de un redondo perfecto en el piso, hacía que las enormes ruedas de carretas fueran tan iguales, para que los ejes, engrasados con grasa de pella, y las ruedas duraran eternamente. Todavía se ven en alguna "chicanita'' estas ruedas con gruesos rayos de madera, que muchas veces son usadas para decorar un jardín, o un escenario en donde se simboliza nuestro pasado y nuestro folclore y tradición, como reviviendo una época de esplendor y sacrificio, abriendo el camino del progreso. -"Porque no engraso los ejes, me llaman abandonao, si a mí me gusta que suenen, ¿pa' que los quiero engrasaos'', decía Atahualpa Yupanqui, en una genial y triste zamba "Los ejes de mi carreta'', que muchas veces me tocó bailar.



Leopoldo Mazuelos Corts  
DNI 5.543.908