Aquella tarde de 1972 me fui a la cancha de Sportivo Desamparados para ver y comentar el partido de los "Víboras'' con Huracán, de Parque Patricios. Sportivo venía entonado, después de ganarle a Racing, en San Juan, por 1 a 0 con aquel recordado gol del "Pata'' Lizzi, y en Mendoza 3 a 2 a Gimnasia y Esgrima, que tenía un equipazo, Víctor Legrottaglie incluido. Huracán, dirigido por Cesar Luis Menotti, ya se perfilaba como un saludable vaso de agua fresca para el fútbol argentino. Fue campeón al año siguiente con un juego que reconcilió a la gente con el fútbol.


La cancha estaba llena y el pleno sol anunciaba un partidazo. En la previa me fui para los camarines y lo vi al "Tripa'' Cortez tomarlo de los hombros a Ismael Vega: "dicen que es el mejor puntero derecho del país, pero hoy no juega. ¿Me entendés?+ Y el Ismael, con ese gesto entre sereno y humilde que lo acompañó siempre, asentía. Yo también había oído hablar del wing que jugaba desde principios de temporada en Huracán, pero tenía mucho para demostrar todavía. Venía de Excursionistas, de la "C''. Pero el "Tripa'', que de esto sabe un montón, estaba bien informado y de ahí la arenga previa. Y fue nomás un partidazo. Ganó Huracán 3 a 2, tras una gran actuación y Sportivo (goles de Spadano y Paz) ratificó que podía hacerle pata ancha a cualquiera. ¿Cómo le fue a Ismael? Mi colega de entonces Juan Carlos Muñoz, que "hacía'' camarines para Radio Colón, me comentó que tras el partido, el marcador le preguntó: "Dígame maestro, ¿jugué bien?'', y Muñoz le contestó: "Si pibe, muy bien. Pero después te paso una foto para que le conozcas la cara''.

René Orlando Houseman

El wing aquel era Rene Orlando Houseman, quien ya estaba escribiendo una gran historia, dibujando gambetas contra la raya derecha. Ambidiestro, rápido, vivo e intuitivo, César Luis Menotti había recomendado su contratación y luego no dudó en convocarlo para la selección que ganó el mundial de 1978. "Hueso'', "Loco'', fueron los apodos de René, quien nunca pudo desligarse de su pasado marginal en el bajo Belgrano. Cuentan que cierta vez que demoraba en llegar a una concentración de la selección, a Menotti le llegó el comentario que estaba jugando un "picado'' en su barrio. Allí se fue el "Flaco'' junto al profesor Pizzaroti, preparador físico. Lo encontraron, pero mirando el partido desde el banco. "¿Qué hacés ahí?'', le preguntaron. "Es que no entro, porque el que está jugando es mejor que yo''. Esa respuesta pinta de cuerpo entero al gran jugador que acaba de fallecer a una edad temprana, 64 años. Su enorme talento, estuvo siempre manchado por su inclinación a la indisciplina, al alcohol y la vida bohemia. Como tantos otros. Repitió la historia de grandes punteros derechos que conoció la historia del fútbol mundial. Orestes Osmar Corbatta, de Racing, la selección y otros clubes, vivió y murió bajo una de las tribunas de Racing, rodeado de mugre, indigencia y su debilidad por la bebida. El gran Garrincha', "Mané'' para la torcida brasileña, la llave de Brasil para ganar los mundiales de 1958 y 1962, también desapareció en un oscuro callejón de Río de Janeiro, olvidado entre un coctel decadente de alcohol, mujeres y abandono. Dios quiera que cuando contemos la historia de Ricardo Centurión, actual jugador de Racing, no tengamos que decir lo mismo.


Houseman pintó de luz nuestras tardes futboleras de la década de 1970, y desde la tribuna veo bajar un sentido aplauso, envuelto en las banderas blanca y celeste de la selección y la del "globito'', las grandes camisetas que defendió con uñas, dientes y un talento indescriptible, tejiendo fantasías contra la raya de cal.