"No hay que enfriar más la economía", decía hacía algunas semanas el gobernador Sergio Uñac ante empresarios. El concepto del sanjuanino iba dirigido a Mauricio Macri y toda su administración, pero caló hondo en algunos de los colaboradores más cercanos al mandatario al pensar en cómo encarar la crisis. Los que están a favor de Uñac (la mayoría) dicen que levantar el pie del acelerador contribuirá a la recesión y aumentará el desempleo. Los que piensan distinto (la minoría), dicen que no es malo dar señales de austeridad, que lo prioritario es mantener las cuentas en cero, cuidar el centavo al máximo y comunicarlo, para que la ciudadanía entienda que se acusan los golpes. Desde lejos pareciera que ambas posturas tienen algo de razón, aunque resulten incompatibles. Como mal ejemplo está el macrismo, que ha logrado con irrefutable éxito llevar al país a una mixtura peligrosa, la de inflación con recesión en el mismo momento. Como propuesta, tal vez haya un gran camino en el medio de ambas posturas que no sea exponer al gobierno y los sanjuaninos al mismo peligroso Boca-River en el que está inmerso el país.


Si alguien se tomara el trabajo de comparar el gobierno de Uñac a través de los años, se daría cuenta que prácticamente no hay diferencias: hay obra pública, el sueldo de los empleados públicos va subiendo según inflación, se paga el primer día hábil de cada mes y se atienden las contingencias de los municipios. Mantener la obra pública es lo más complicado, ya que para una provincia chica es difícil encarar grandes emprendimientos sin la asistencia del gobierno federal. Para colmo la administración nacional encara las obras y luego las abandona a la suerte de los distritos, como ya ha pasado con varias rutas en San Juan, por ejemplo. Con fondos nacionales o con aportes propios, el gobierno provincial más o menos ha logrado conservar fuentes de trabajo en un sector que suele movilizar al resto, ya sea hacia arriba o hacia abajo también.


¿No hay pérdida de empleo? Sí, por supuesto que hay. Hubo algunas firmas que se achicaron o que cerraron y eso es producto de la recesión general que sufre el país, realidad que la provincia puede gambetear de a ratos y por sectores, pero no de manera permanente. Según el Indec la actividad económica argentina cayó 6,7 por ciento en junio por segundo mes consecutivo, después de la baja del 5,2 por ciento en mayo. La de junio representa la mayor caída desde la llegada de Macri al poder, en diciembre de 2015. El mismo organismo (Indec) comunicó el jueves que la inflación de agosto fue la más alta del año, con un promedio general del 3,9 por ciento, y ya acumula en el año un alza del 24,3 por ciento. Calculan que septiembre cerrará cercano al 5 por ciento. Es decir, hay recesión y crecimiento de la desocupación, pero los precios no dejan de subir y el salario no deja de devaluarse. El macrismo tuvo que salir jueves y viernes a desmentir versiones acerca de un posible regreso a la convertibilidad, que implicaría una trepada del billete verde a unos 46 pesos. Nadie le cree al macrismo. Tampoco los mercados.


 ¿Qué debería hacer una provincia pequeña como San Juan para mantenerse a flote sabiendo que está muy atada a los vaivenes del conjunto? Uñac tiene dos salidas: enfriar todo lo que dependa del Estado y, por ejemplo, no poner plata en obras que prometió financiar la Nación para no exponer sus cuentas. O tratar de mantener el ritmo incluso a riesgo de que la Nación nunca devuelva el dinero y se empiecen a generar rojos fiscales donde antes dominaban los verdes. El gobernador sanjuanino, se ve a lo lejos, optó por la segunda salida y, por ejemplo, no está bajando el ritmo a los espectáculos deportivos y culturales, porque movilizan mano de obra local.


A pesar de esa decisión, algunos funcionarios han reducido costos. La Fiesta de la Primavera, por ejemplo, contratará la misma cantidad de mano de obra que el año pasado, pero se verán más nombres locales que nacionales, lo que implica un ahorro. Probablemente no se pueda hacer lo mismo con la Copa Davis, el Superbike o la Vuelta, porque son acontecimientos que para mantenerlos en el tiempo, dependen mucho de la calidad de organización. Nadie en esos niveles va a soportar que la organización sea mediocre, porque simplemente no vuelven más. Y si los sanjuaninos queremos, por ejemplo, que la Vuelta tenga la trascendencia que tuvo el Tour de San Luis alguna vez, hay que organizarla con la cabeza puesta en el objetivo. Y el objetivo es caro. Ninguno de estos encuentros -La Vuelta, el Superbike o la Davis- se prepara de un mes al siguiente. En los despachos de Casa de Gobierno ya se está preparando todo lo que se hará el año que viene.


Según fuentes oficiales, la Copa Davis de este fin de semana dejará en la provincia alrededor de 55 millones de pesos en consumo. Los hoteles, en promedio, han estado al 85 por ciento de su capacidad. Sin la Davis este hubiese sido para los hoteleros y muchos otros proveedores de servicios un fin de semana más.


Hubo muchas críticas en redes sociales al puente sobre Ignacio de la Roza entre el Centro Cívico y el Teatro del Bicentenario. Esos criticadores deberían preguntarle su opinión también a las familias de los obreros que pudieron darle de comer a sus familias con lo que ganaron en ese trabajo. Esa estructura estaba planificada antes de la crisis y si la frenaban, a pedido de los comentarios en las redes sociales, más de uno se quedaba sin plata a fin de mes. Dejar de hacer lo que ya estaba planificado sólo por mantener niveles de popularidad es demagogo y cobarde. San Juan, no hay que olvidar jamás, aún es una provincia que depende mucho del Estado. No hay 200 emprendimientos privados a la par del puente donde esos obreros puedan trabajar también. Fuera de la construcción que encara el Estado, hay muy poco, lamentablemente. ¿No hay otra cosa que construir? Hay miles más, que también hay que hacer. Y hay muchas construcciones que ya se hicieron. No se empezó por el puente, decir eso es al menos malicioso.


De todas formas los pocos funcionarios que se animan a pararse frente al Gobernador aseguran que ya han tomado decisiones y han acomodado algunas de sus acciones a esos "gestos" hacia la sociedad. Está casi confirmado que la Fiesta del Sol sufrirá una notable modificación. La noche de cierre, uno de los gastos más fuertes del tradicional encuentro sanjuanino, no se hará más en el Autódromo El Zonda. Todo se concentrará en el Predio Ferial de Chimbas. En Turismo aseguran que sólo ese recorte provocará un ahorro cercano al 40 por ciento del costo total de la Fiesta. La clave es no perder calidad y es el temor más grande de los funcionarios, incluido el Gobernador. No está tomada la decisión, pero el 90 por ciento de los involucrados ya dio el OK. Esto solamente se podrá evaluar con el diario del lunes, es decir, cuando haya terminado la Fiesta y la gente se haya sentido conforme o no, lo que vuelve la decisión aún más riesgosa todavía.


Mantener la obra pública y los grandes espectáculos es ayudar a la economía, inflar el Estado con empleados es puro peronismo del más antiguo. Como contrapartida al gobierno provincial está el caso del intendente de Rawson, Juan Carlos Gioja, quien a horas de que la Legislatura aprobara la ley de Responsabilidad Fiscal y la de Coparticipación, pasó a planta permanente alrededor de 160 personas y aumentó el presupuesto en casi 15 millones de pesos, según datos que publicó el sitio sanjuan8.com hace unos días. Según esa misma fuente, "los nuevos empleados efectivos de Rawson eran contratados desde 2014 y 2015 y cobraban 7 mil pesos mensuales. Gioja informó que en la planta permanente percibirá cada uno 14 mil pesos, es decir el doble. Eso implica que el municipio tendrá que desembolsar un extra anual de nada menos que 14,5 millones de pesos', relataron los colegas.


Lo mejor de todo es que ninguno de los concejales, de la oposición o del oficialismo, criticó la acción. Todos dijeron que Gioja ya tenía previsto en su presupuesto el extra que le implicaría semejante movida. Pero ninguno criticó que Gioja haya inflado un presupuesto municipal a poco de retirarse del municipio, dejando en problemas a la administración que llegue. Juan Carlos dejará el municipio con la friolera de 960 empleados de planta. El silencio de los concejales seguro se explica en los apellidos de las personas que ahora están en planta.


En resumen, los caminos no son muchos en las crisis y el gobierno ha optado por uno de ellos. Saben que algunas críticas les caerán, pero se mantienen en ese camino. Por ahora, sólo por ahora, se distinguen de dos posturas antagónicas y gastadas: la del macrismo y la del peronismo más ortodoxo. Veremos si funciona.