
Sé que es un título fuerte, pero es porque hace algunos meses, para promover la reflexión de los asistentes a una charla sobre Innovación y cambio tecnológico, proyecté parte del capítulo "Vuelvo enseguida" de la serie Black Mirror. Una producción de Netflix que se encuadra dentro de la ciencia ficción.
Más allá de ser una propuesta entretenida para los que gustan de este género, todos quedaron impactados con su provocador contenido. En el desarrollo del programa se mostraba el dolor de una mujer que había perdido a su marido.
En medio de su desconsuelo, contrataba un servicio de Internet a través del cual podía "revivir", no solamente recuerdos de momentos felices que había pasado con su esposo (parecido a lo que hoy ofrece gratuitamente Google fotos), sino que, por medio de la Inteligencia Artificial, se "recreaba" en un personaje virtual (parecido al popular Siri de Apple) al mismo esposo fallecido. Al principio comenzaba "chateando", pero luego y a partir de información sobre el difunto que la viuda le suministraba a la aplicación, se podía llegar a conversar telefónicamente con él como si estuviera vivo.
Relacioné, lo que proponía la serie, con la increíble cantidad de información real sobre nosotros que acumulan las redes sociales a través de tantas aplicaciones como las búsquedas en Google, los correos electrónicos, Facebook, WhatsApp, etc. Pero también, lo referido a las compras que hacemos por internet, las operaciones bancarias, actividades vinculadas a nuestro trabajo, a nuestro estudio y a muchas otras cuestiones a la que nos ha empujado la pandemia a realizar de este modo. Comenté a los alumnos que la propuesta de Netflix no estaba muy lejos de ser posible en la realidad. Pero… para mi sorpresa, hace algunas semanas, la empresa Microsoft patentó un desarrollo para la creación de un chatbot conversacional que permitirá conversar con un personaje virtual específico, a partir de la información que existe de él en el Big Data que almacena todo el tráfico de datos que circula por Internet. Se podrá dialogar con este "personaje" quién además será escuchado con el tono, volumen de voz y palabras y expresiones de la persona real que recrea. Promete además la "aplicación" la posibilidad de generar un modelo 2D o 3D con base en imágenes, información detallada o videos del personaje en cuestión. Una vez más la realidad parece superar a la ficción.
La noticia, como tantos otros avances tecnológicos, me causó primero una rara sensación de rechazo, pero luego me quedé pensando en la cantidad de innovaciones para las cuales este rechazo, en realidad pone de manifiesto el miedo frente a lo desconocido.
¿Cómo hacer, estimado lector, para superar el temor y ver la manera de aprovechar o canalizar estas increíbles innovaciones que, de todos modos y a pesar de mis eventuales desaprobaciones, están cambiando vertiginosamente el mundo?
Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo).
