Es fácil observar en estos últimos tiempos los efectos de la caída del consumo interno.


Hay motivos suficientes basados en evidencias sociales muy claras y urgentes que dan fundamento a la necesidad política de implementar con urgencia un dispositivo múltiple de economía política conducido por el Gobierno nacional, que ponga énfasis en el aumento del ingreso de los trabajadores, jubilados, otras prestaciones sociales y promoción activa de la producción nacional, para frenar la severa caída que ha impuesto la crisis en vigor. Las mediciones realizadas por diversas consultoras proyectan en promedio que la tasa de pobreza escalará hasta el 39 o 40 por ciento a fin de año, y la de indigencia, al 9 o 10 por ciento.


Como se ha señalado desde la Iglesia no es admisible que ocurra que en la tierra del trigo hayan compatriotas que sufran de falta de pan en sentido particular y especifico y a la vez en sentido simbólico general, pues, la falta pan significa en términos integrales un daño a los rangos de bienestar que merecen gozar los ciudadanos de la república. Pero a estas circunstancias se ha arribado por efecto de multi factores de tipo político y económico que subyacen a los hechos señalados los cuales se conforman como un emergente fenómeno. Una de esas dinámicas subyacentes que explican tanta pobreza y marginalidad está proporcionado por el ajuste de tipo fiscal que como política de estado decidió en lo fundamental, y más allá de algunas vacilaciones aplicar a rajatabla el gobierno nacional. Algunas corrientes que expresan ideas de economía ortodoxa afirman que el fracaso de estas políticas fiscales restrictivas fue porque se aplicaron de modo gradual (el famoso gradualismo), en vez de haber hecho cirugía mayor sin anestesia. Sea como sea y más allá de que siempre se puede discutir en teoría la suerte o resultado de una política determinada, lo cierto es que hoy por hoy hay urgencia y necesidad de la situación social, y no hay espacio para intentar nuevas recetas de una fiscalidad que reduzca recursos a la activación del consumo.


El consumo interno de bienes y servicios es la gallina de los huevos de oro como decía un ex presidente de la república. Es decir, si tenemos que entre el 70 al 80 por ciento de la demanda agregada lo explica el consumo del mercado de bienes en lo interno del país, es dable suponer que lo más razonable para detener la caída de la economía y pasar a un perspectiva real de superar lenta pero sostenidamente la crisis, es aplicar recursos a la economía del consumo interno masivo. Esto es muy claro según evidencia la real situación actual y debería ser tenido en cuenta por el futuro gobierno pues, los efectores de la economía real lo que perciben de ingresos los aplican al consumo y no a la especulación.


Recordemos que parte de los factores que sostienen el consumo interno con impacto masivo en el ingreso y el consumo interno es el gasto en obra pública, sea nacional, provincial o municipal. Ir al encuentro otra vez de una idea ortodoxa del gasto fiscal que hace del ajuste una cuestión de aplicación dogmática es un camino que no aconsejan las urgentes y degradadas condiciones sociales a las que se ha arribado en el país.

Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales de Jáchal.