En vinculación al "’Día Internacional de la Mujer” bosquejamos en tributo a ellas algunos datos de las esposas de los caudillos argentinos, aquellos que participaron en las crueles contiendas intestinas, luego de concluidas las luchas por la independencia. Todas ellas, por la violenta época que vivieron, sobrellevaron con entereza el asesinato brutal de sus esposos o la separación de ellos por el destierro forzoso; sin embargo como el ave fénix reflorecieron y continuaron sus quehaceres, especialmente el resguardo y la educación de sus hijos. Así por ejemplo, poco y nada conocemos de la mujer del "’Tigre de los Llanos”, una riojana perteneciente a las familias más ricas de esa provincia. Se llamaba María de los Dolores Fernández. Fue en 1814 cuando contrajo enlace con Facundo Quiroga, ambos tenían 26 años. Los biógrafos de Quiroga dicen que a partir de su casamiento su vida cambió totalmente, quedando atrás su fama de jugador y hombre díscolo. Varios hijos tuvo este matrimonio, el primero, varón, nacido en 1818. María fue una mujer de carácter, amable y dotada de belleza. Estuvo a la altura de las circunstancias vividas por su marido, sabía de su audacia temeraria que lo llevó a la victoria, pero también comprendió que era vulnerable. Soportó con sus hijos destierros, y también alternó con lo mejor de la sociedad porteña, entablando relaciones con doña Encarnación Ezcurra, esposa de Rosas. El momento más triste de su vida, cuando se enteró de la tragedia de Barranca-Yaco, lo soporto estoicamente, reclamando el cuerpo de su marido. Ya viuda cuidó de sus hijos y nietos, custodiando con firmeza sus propiedades y bienes. Murió ya anciana en 1878. Otra mujer ignorada, fue la esposa del "’ultimo montonero”, el catamarqueño Felipe Varela. Poco se sabe de ella. Félix Luna en su obra "’Los Caudillos”, apunta que acaso doña Trinidad Castillo, tal el nombre de la compañera de Varela, era la hija de de don Pedro Pascual Castillo, mentor de Varela y además amigo de su familia. El casamiento se realizó en Guandacol, la tierra de la familia Castillo. De esta unión nacieron varios hijos. Inferimos que fue una mujer esmerada en cuanto a la crianza de sus vástagos, y que además sobrellevó serenamente la lejanía de su marido. Existen cartas de Varela dirigidas a su esposa, una de las últimas fue escrita desde Copiapó (Chile), que resultan conmovedoras: "’Nada puedo mandar; dispénseme, estoy pobre, no se agravien conmigo (…) Le deseo la mejor felicidad del mundo y cada momento sufro callado como hombre, sin poder remediar ciertas cosas que no están en mi mano…”. Doña Trinidad pudo sobreponer la muerte de su marido, y educó con sapiencia a sus hijos, algunos de ellos en la docencia. Por último evocamos la esposa del "’caudillo manso” (Nazario Benavidez) doña Telésfora Borrego. Carmen Peñaloza y Héctor Arias relatan que en 1833 se casaron y "’entre los años 1835 y 1857 del matrimonio nacieron 11 hijos (…) Su casa fue un modelo de hogar cristiano, su esposa toda bondad, muy religiosa, enseñó a respetar y respetó al enemigo…”. Llegado 1858, cuando Benavidez fue encarcelado, esta valiente mujer ¡qué no hizo por salvar a su marido! Pero, sucedió el atroz crimen que conmovió a la provincia. Doña Telésfora continúo con resignación su vida, atendiendo con amor y carácter a su prole, falleciendo en 1868.

(*) Magister en Historia.