La educación en la fe forma parte fundamental de la educación de los hijos. Porque, si bien es importante asegurarles su porvenir y bienestar temporales, no debemos olvidar nunca que el hombre no tiene residencia permanente en este mundo, sino que está de paso, y su destino final es la eternidad, por lo que es primordial lograr su porvenir y bienestar eternos. En efecto, hemos dicho antes que los padres llegan a ser plenamente padres cuando engendran un hijo no solo por cierta cantidad de años, sino que se lo engendra para la eternidad. Así se descubre la importancia de la tarea educadora en orden a la fe. Mal harían los padres si, absorbidos por la necesidad de ganar el pan de cada día, entregados a las múltiples tareas laborales y del hogar, apenas de dedicaran o descuidaran la educación religiosa de los hijos. Se puede afirmar que educar al hijo para la eternidad, para la santidad de vida, es la tarea culminante de los padres; tarea que no puede delegarse a nadie. Por muchas que sean las ocupaciones de los padres, han de buscar el tiempo para esta indelegable tarea de ser los formadores de la fe de sus hijos.

Los padres católicos deben, en primer lugar, bautizar cuanto antes a sus hijos para que reciban la gracia de Dios.

En la medida que los hijos crecen, los padres están obligados a enseñarles las oraciones fundamentales del cristiano; enseñanza que deberá ampliarse cada vez más a medida que el niño vaya desarrollándose. Tienen que enseñarles a hacer la señal de la cruz, a rezar las oraciones de la mañana y de la noche, a bendecir la mesa, etc.

Han de procurar que reciban, a la edad conveniente, la primera Comunión; y a partir de allí a que confiesen y comulguen con frecuencia, participando devotamente de la Misa dominical.

La vida divina, depositada en germen en el alma del niño por el sacramento bautismal, necesita para crecer y expansionarse de las luces de la fe, del ejercicio de la caridad y del apoyo de los sacramentos de iniciación: Eucaristía, Confesión y Confirmación. El niño tiene derecho al desenvolvimiento de su vida sobrenatural, a la intimidad progresiva con Dios, a crecer en el amor a Jesús, a la Virgen María, a la Iglesia.

La catequesis familiar es la enseñanza del catecismo que los padres han de comunicar a sus hijos con la doctrina y el ejemplo. Esta educación ha de ser impartida por los padres gradualmente de acuerdo con la edad de los niños. En el seno de la familia, pues, los padres deben ser los anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, con el testimonio de una vida santa; han de ser modelos, maestros y guías de vida cristiana para sus hijos.

(*) Bioquímico. Escritor.