Buenaventura Luna, en uno de sus tantos versos o coplas, brindados delicadamente a la mujer, expresa: "yo quiero ser en la vida el ruedo de tu pollera, tu blanca de seda, tu florido delantal, moño rojo de percal sobre tu trenza morena, la noche clara y serena, sol pa' poderte alumbrar...''. La estrofa pertenece a "Amor pampeano'', y si bien halaga la indumentaria femenina de manera metafórica, implícitamente estos versos tienen viso de piropo, tema que últimamente ha sido objeto de ciertas críticas o mal interpretados, aunque no de forma unánime. El origen de los piropos es tan antiguo como la humanidad. Es universal en la cultura occidental y oriental. Según los filólogos, este término es de origen griego y el Diccionario de la Real Academia Española, apunta "que es un dicho breve, con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer''. Lejos está de considerar los piropos "propiamente dichos'', como acoso sexual. Propiamente dichos son aquellos que la mayoría de los hombres aprendimos en esa educación informal brindada en el mundo de los hombres, en la calle y en textos literarios. Lo digerimos o aprendimos como una forma o manera elegante y caballeresca de halagar y cortejar - a veces de forma chistosa -, pero respetuosamente, la belleza innata, que posee una mujer. Disímil es el acoso sexual. Según la socióloga Patricia Gaytan Sánchez, quien siguiendo algunos lineamientos en su trabajo de campo de Pierre Bourdieu, expresa a manera de conclusión: "las definiciones pioneras en la literatura del acoso sexual fueron las siguientes: conductas masculinas que no son solicitadas ni recíprocas, que reafirman el rol sexual de la mujer por encima de su función como trabajadora. Estas conductas pueden ser alguna o todas las siguientes: miradas insistentes, comentarios o tocamientos en el cuerpo de una mujer; solicitar el consentimiento de alguien para comprometerse en una conducta sexual; proposiciones de citas que no son bienvenidas''.


Retomando el tema de los ancestrales piropos, lejos están de lo dicho. Hasta en las danzas argentinas y en general de América del Sur, existen las "relaciones'', ocurrentes, y románticas; éstas igualmente tienen traza de piropo. Además algunos sociólogos dicen que el piropo es arte, en el sentido de buscar vocablos justos, animados, bucólicos y con cierta rima. Tienen como objetivo honrar la lindeza de la femineidad, y además es un ritual dentro de las formas de conquistar a una mujer.
 

El piropo es una forma de cortejar a una mujer, con un halo romántico, poético, es una alegoría cariñosa, que va dirigida a su alma, exenta de groserías y vocablos chabacanos.