El término mismo merece reparos, porque significaría el gobierno de los que hacen mérito que es el derecho de alguien a tener un reconocimiento por cierta trayectoria o labor. Parece haber coincidencia general en que no es el caso de los últimos gobiernos de Argentina. Pero, siguiendo el juego propuesto aquí en San Juan por el presidente Fernández, desarrollemos su teoría y propongámosla como un teorema a confirmar como se debe hacer, por la experiencia y la lógica. Visto que nuestro mandatario también se ha manifestado exégeta de la Biblia e intérprete de la palabra del papa Francisco, arranquemos con los ejemplos y enseñanzas de El Libro. El teorema albertiano tendría este enunciado: "El joven más inteligente de San Juan no tendrá las mismas posibilidades ni resultados que el más burro de los porteños". Más o menos así. Ahora veamos: Jesús era hijo de un carpintero de Nazareth. ¿Cómo es que este joven llegó a liderar el movimiento más revolucionario de su época sin otro medio que su palabra y ejemplo sin haber pisado jamás la capital del imperio? Sigamos. Antes que él en el Antiguo Testamento otro joven pastor, David, logró primero con su astucia y destreza ganar el famoso combate contra los filisteos y luego reemplazar a Saúl, juez de los judíos, para transformarse en rey de su pueblo. No le sucedió el mayor de sus hijos, como era costumbre, sino Salomón, se dice que sólo en base a su sabiduría. Mucho tiempo después, en La Meca, una gran capital comercial, otro joven huérfano de padre y madre analfabeto criado por su tío, Mahoma, se declaró poseedor de la verdad revelada en una cueva por el arcángel Gabriel y en menos de 10 años se transformó en el líder espiritual, militar, económico y cultural de toda la península arábiga. Finalmente, tan enamorado como se siente Alberto de la palabra de Francisco, ¿cómo es que un curita del fin del mundo llega a ser el primer Papa de habla hispana, el primero de América y el tercero no romano de toda la historia? ¿No es posible descubrir algún mérito en todos ellos? No viene al caso aburrir, pero una enumeración semejante se podría hacer también con gente no religiosa, como Napoleón o Mao Tse Tung. Y siguiendo con algunos de los más ricos empresarios de nuestro país, tenemos a Carlos Bulgheroni, de Santa Fe, o el hijo adoptivo Gregorio Pérez Companc. La reciente comparación del comentario del Papa sobre la lectura que correspondió al 21 de septiembre ha dejado mal parados tanto a quienes apoyan a Alberto como a sus detractores. Los primeros, festejaron una supuesta analogía de la palabra del Papa con los dichos previos de Alberto sobre el mérito y los segundos criticaron al Santo Padre atribuyéndolo una afinidad que no se expresó en esa homilía. Primero: las lecturas de cada misa diaria son obligatorias y sus mensajes han sido desgranados a través de la historia y aprobados por sucesivos concilios. La de ese día, que relata la parábola del viñador quien contrata a distintos obreros a diferentes horas y paga un denario tanto a quienes llegaron a la mañana como a los de última hora, hace referencia a lo que ocurriría en el Reino del Cielo, donde la gracia de Dios se reparte a voluntad y no al deseo del agraciado. Esa parábola fue tomada por una parte a favor de la rara interpretación del mérito que hizo el Presidente y por otra como motivo de queja por la supuesta parcialidad del Papa. Segundo absurdo: el Papa habla para 1.500 millones de católicos y no para las coyunturas argentinas. Años atrás, un profundo estudio sobre el ascenso social en Latinoamérica demostró la causa principal del progreso de los jóvenes, la educación de su madre. De ahí en adelante, en todos nuestros países se desarrollaron políticas de Estado para ocuparse más detenidamente en la formación de las mujeres. Es la madre, como lo fue en su momento Doña Paula Albarracín, la que lleva hacia arriba a los hijos, no su lugar de nacimiento como afirmó intrépidamente nuestro Presidente, sino su educación. Una cosa es que las mejores universidades estén radicadas en grandes ciudades y otra muy distinta que sean los nativos de esas ciudades quienes salgan a dirigir el mundo. Guillermo Vilas surgió de Mar del Plata, Gastón Gaudio de Temperley, Guillermo Coria de San Francisco, Juan Martín del Potro de Tandil, los mejores golfistas han sido de Villa Allende, Córdoba, y actualmente Emiliano Grillo, de Chaco, el mejor basquetbolista Ginóbili, de Bahía Blanca, Messi de Rosario y un barrealino de San Juan miembro de la Selección Nacional de Hockey sobre césped. Para encontrar un Presidente nacido en Capital hay que esperar que pasen los gobiernos de Urquiza, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Juárez Celman, Pellegrini, para recién llegar a Luis Sáenz Peña. Más tarde Manuel Quintana, reemplazado por el cordobés Figueroa Alcorta y otra vez un porteño, Roque Sáenz Peña. Completan el comienzo del siglo XX Yrigoyen, bonaerense, Marcelo de Alvear porteño. Perón de Lobos, Illia de Cruz del Eje, Cámpora de Mercedes, Alfonsín de Chascomús, Menem de Anillaco, Kirchner de Santa Cruz, Cristina de La Plata y Macri de Tandil. Es muy grande la evidencia fáctica, cuando esto pasa ya no hace falta buscar la lógica.