El domingo pasado fueron las primeras elecciones de un año que tendrá de ahora en adelante más o menos una por mes. Tuvieron lugar en la provincia de Neuquén, residencia de la nueva fiebre del oro negro en la Patagonia. Esa zona fue testigo de un gran desarrollo en el siglo pasado gracias, justamente, al petróleo. Como era lógico, también se generaron grandes conflictos sociales y gremiales en la lucha por la distribución del ingreso. Millares de argentinos llegaron expulsados de sus distritos por distintas razones que no eran todas económicas. Muchos divorciados, cuando ser divorciado era una mácula que hoy no lo es, se alejaron de sus barrios y el refugio lejano ideal era el sur. Uno podía encontrar allí ‘gente de mil raleas‘ como diría Serrat y ciudades pequeñas que tenían la rareza de comenzar a ser cosmopolitas sin puerto. Volvió a ganar el Movimiento Popular Neuquino de cierta raíz peronista pero fundado por los hermanos Sapag. Gobierna desde el inicio mismo de la actual etapa democrática y a ellos se debe la estratificación sindical que pretendió modificar el primer Presidente constitucional después del golpe militar del ’76, Raúl Alfonsín, con su ministro de trabajo Antonio Mucci. La idea era democratizar los gremios, algo que impidieron los dos senadores sapagistas cuyos votos inclinaron la balanza a favor del status quo que se mantiene hasta hoy, por ejemplo con las hermanas López que cumplirán 25 años al frente de UDAP. Llamó la atención que, con tales antecedentes de haber enfrentado y superado múltiples y variados desafíos, Cristina Kirchner, de quien se dice que aspiraría a volver a la Presidencia, pusiera la cara frente al MPN de modo directo, con cortos publicitarios inclusive, a favor de su pollo Rioseco que quedó lejos a 13 puntos. Un chasco total porque estaban convencidos de que podían ganar con Unidad Ciudadana y así lo hicieron saber sus principales acólitos de La Cámpora.

Se estima que la economía del país va a mejorar, pero no como para ganar elecciones.

A la salida del carnaval ha sido el mayor ‘refalón‘ sobre todo por la evidente sobreestimación de sus posibilidades. Es el problema de los ex números 1, a los ex campeones no les está permitido el mismo espíritu deportivo que a los otros para quienes triunfo y derrota son la contracara del juego, ‘dos impostores‘ como dijo Bernard Shaw. Solo sirve ganar, la derrota es muy cara. No se sabe si ella finalmente será candidata, es posible que defina cuando se deshoje más la margarita y se pueda marcar una tendencia, influirán como siempre los grandes distritos, Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Mendoza, pero se acaba de ver que su foto no alcanza, es un dato definitivo. De haber ganado, hoy tendríamos otro país. En los días previos a la prueba electoral de Neuquén con esa amenaza latente, el dólar se disparó, subieron la tasa de interés y el riesgo país, esa inercia que se mantendrá hasta que se despejen las dudas. Toda una señal. El Gobierno, que sí conoce que Macri será candidato, festeja porque si bien su hombre quedó tercero, su objetivo nunca fue ganar sino evitar que ganara Cristina. La victoria nunca estuvo en su mente, el resultado fue mejor que el esperado.

Analistas dicen que fue un error que Cristina apoyara a un candidato.

Por otra parte, se confirmaría lo que vienen diciendo los expertos en mediciones sociales, la expresidente tiene una base consolidada alta de entre 25 y 30%, pero un techo muy bajo para aspirar a más. En una eventual segunda vuelta, si es que permanece libre y no en la cárcel, no tendría buen pronóstico. La economía va a mejorar pero no para ganar elecciones. Por eso tiene buenos números Roberto Lavagna, con el sello negativo de su avanzada edad. Por eso registra buena imagen el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, por eso, Lavagna piensa en bajar el promedio con jóvenes como Uñac para vice. El resultado de Neuquén no es novedoso. El MPN es el único partido provincial que queda de aquel grupo que supo ser sostén de los militares: el partido de los Guzmán en Jujuy, el Pacto Autonomista-Liberal de Corrientes, los ‘gansos‘ de Mendoza, Celestino Gelsi en Tucumán, el bloquismo de Bravo en San Juan y algunos otros con quienes el expresidente de facto Alejandro Lanusse imaginó crear una nueva mayoría que sustituyera a los peronistas y a los radicales, el llamado GAN, Gran Acuerdo Nacional. Ese espíritu localista-federalista sigue vivo, de tal manera que los dirigentes lo deben respetar si pretenden ganar en sus provincias, por eso resulta tan difícil controlar la macroeconomía que requiere de grandes consensos y siempre alguien tiene que perder. El resultado de Neuquén es una señal negativa para Cristina y las aspiraciones de sus seguidores. Jugó innecesariamente y perdió feo. Le hubiera convenido más mantener la incertidumbre pero la mató la ansiedad o la soberbia de pensar que ganaba con la foto. Realmente, de haber sido así, se hubiera desatado a su favor una catarata de simpatías a la vez que hubiera complicado aún más la difícil situación del país. Un combo posiblemente irreversible para Macri.