Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magíster en Historia
Como otras conmemoraciones de origen europeo, el festejo del año nuevo se incorporó al bagaje cultural latinoamericano, evocándose en algunos sitios de manera particular. Entre los múltiples ejemplos que existen rescatamos el celebrado en la región ecuatoriana de Pichic, perteneciente al Cantón de Saraguro. Dicha festividad se realiza el primero de enero y está relacionada con la devoción que la comunidad le brinda a la Virgen de Fátima. La preparación de la misma se hace de acuerdo a ciertos patrones culturales netamente precolombinos derivados del incario, en relación al ciclo agrícola de la zona, consecuentemente su preparación se inicia con varios meses de anticipación.
Los aprestos comienzan con el cultivo y la cosecha de diferentes productos, tales como el maíz, la yuca y los plátanos. Estos últimos frutos provienen de zonas cálidas. Estos productos de la tierra se siembran y recolectan exclusivamente para la fiesta. La celebración de la Virgen de Fátima tiene una duración aproximada de seis días y es anunciada a través de una corta reunión que realizan la totalidad de los devotos. El anuncio o la proclama de la festividad se conoce en quechua como el “uchu shitana”.
La quema de los “añosviejos” simboliza el cierre del año y la purificación colectiva.
Uno de los días más significativos es el dedicado a las visitas, concordando con las vísperas del primero de enero. En esa jornada ciertos organizadores de la fiesta visitan los hogares de los devotos, invitándolos a participar en la veneración. En las casas comen, beben y bailan hasta el amanecer. Además se realizan algunos preparativos para celebrar futuros rituales religiosos, como el arreglo de ramos, flores y ceras que serán utilizados en la misa del día siguiente. En esta jornada se reproduce el proceso anterior en cuanto a la realización de visitas. Llegado el mediodía se celebra la misa en honor a la Virgen, participando toda la comunidad. Concluido el culto se realiza una suerte de remate, denominado “bazar”, cuyo producto está destinado al arreglo del templo. Por la tarde se practican algunas actividades deportivas y artesanales, culminando el día con la realización de un gran baile social. Los últimos días están dedicados a “devolverle” la atención a los organizadores y se caracteriza, entre otras cosas, por la elaboración de una comida típica llamada “ucho mate”, que no es otra cosa que un caldo de res, acompañado de aguardiente.
Años viejos
Otra celebración típica y que abarca un área geográfica amplia como los países de Centroamérica y a los del Área Andina, desde Colombia hasta Perú, es una verdadera fiesta popular, conocida comúnmente con el nombre de “añosviejos”. El principal componente de este festejo es la quema de muñecos o caretas, llamados justamente con este apelativo: “añosviejos”. Tales figuras o “monigotes”, como también se los llama, son verdaderas obras artesanales, construidos de cartón, rellenos de trapos o aserrín y petardos muy vistosos y coloridos, de un porte enorme. Es costumbre que días antes de la fiesta, se los venda en puestos emplazados sobre la vía pública, ofertándolos de manera muy pintoresca. Según la creencia estos muñecos se queman, porque representan de manera simbólica el año que se va, se piensa que el muñeco es portador de todos los males y circunstancias nefastas que ha tenido el tiempo que se marcha. Parece ser que esta particular usanza arranca desde los albores del cristianismo, cuando llegada la Semana Santa se quemaban representaciones de Judas. La costumbre se difundió a Latinoamérica, cambiándose la fecha al último día del año.
Otra tradición son las “diabladas”, que coinciden con el festejo de año nuevo. Tal costumbre se realiza el primer día del año, prolongándose hasta el seis de enero. La tradición de las “diabladas” consiste en que millares de hombres se disfrazan de diablo, con atuendos muy coloridos, y bajan desde los principales barrios hacia las plazas principales, saltando, gruñendo y exhibiendo espectaculares máscaras. Dice la creencia que el que se disfraza de esta manera, tiene que bailar los doce años siguientes, sino “pasará las de Caín”; contrariamente cumplir con el rito le traerá dicha y buena fortuna.
(Bibliografía: La Fiesta religiosa Indígena en el Ecuador. Autores varios. Ediciones Abya-Yala, Quito, Ecuador. diciembre 1995).

