Aproximadamente eran las 16 horas del martes, cuando en el salón oval de la Casa Blanca lanzó Donald Trump una advertencia que cayó como un rayo. “Si Milei no gana las elecciones, no seremos generosos con la Argentina”, dijo, creando estupor en los medios periodísticos que cubrían la reunión. En los mercados, la respuesta fue automática: comenzaron a caer los bonos, hasta entonces en plena subida, y a subir el dólar y el riesgo país, hasta entonces en franco retroceso.

¿Qué le pasó a Trump? 

¿Por qué este golpe al volante del presidente estadounidense, que pareció poner a la Argentina otra vez en la ruta de la volatilidad, de lo impredecible? ¿El salvataje, entonces, estaba condicionado?

Y, sí. Así es. Es la historia del capital, que únicamente va donde hay seguridad y “previsibilidad”. Que no es lugar donde el socialismo o las ideas de izquierda lideran los asuntos de gobierno. Y Trump, por más que a Milei lo admire y quiera, como ha dicho, seguirá fielmente esa línea que ha marcado históricamente el rumbo de quienes están dispuestos a invertir. Que es el lugar dónde no lo ahuyenten o asusten con ideas de distribuir lo que no se tiene, o están en contra del libre mercado, o les gusta adherir regímenes, como los de Venezuela, Cuba o Irán, que están en la vereda opuesta a los intereses de los Estados Unidos. Y él, es su presidente.

Los que solo quieren obtener el poder 

Estuve mirando, antes de que se emitiera en directo la explosiva reunión, cómo programas periodísticos de medios afines al kirchnerismo, deploraban que Trump viniera en socorro del gobierno argentino. Que es el enemigo político a vencer. Incluso, se ponían del lado de los chacareros norteamericanos, que criticaban a Trump por apoyar un país cuyo campo es directamente competidor del campo yankee. Se condolían con ese productor, aunque fuese en contra de los intereses del campo argentino. Parece increíble pero es que el poder, al parecer, es lo único que interesa a ese movimiento.

Pobreza, atraso y miseria 

Ya dijimos en un comentario anterior, que este es un avión donde viajamos todos los argentinos. Y si se cae, caemos todos. ¿Cuándo cobrará la altura de los cóndores el vuelo del pensamiento nacional? ¿Cuándo será que dejemos de arrastrarnos por el suelo, adhiriendo a ideologías que han provocado el atraso, la miseria y la pobreza en todos lados donde se pusieron en práctica? ¿Cuándo dejaremos de quejarnos porque “el dólar está atrasado” y alentamos una devaluación? ¿Cuándo se dejará de torpedear el presupuesto y provocar la caída del equilibrio fiscal, solo porque es la bandera del oficialismo, al que hay que desalojar como sea?

Muchos habrán sonreído luego que Trump dijera lo que dijo. Más cuando se conoció que volvía a subir el dólar, se disparaba el riesgo país y se alejaba el “peligro” de que vinieran inversores a “llevarse” lo que es nuestro. No se dan cuenta que, paralelamente, también subía por otra escalera ese fantasma que parece haberse enamorado de la Argentina: la pobreza, el atraso y la miseria.

Tenemos que volar con los cóndores, no a ras del suelo.

 

Por Orlando Navarro
Periodista