A menos de dos meses de las elecciones legislativas bonaerenses, el mercado cambiario entró de lleno en modo electoral. El Gobierno nacional dejó en claro que no tolerará un dólar por encima de los 1.300 pesos. Para lograrlo, en la última semana activó dos herramientas claves: la venta de contratos de futuros y un abrupto aumento en las tasas de interés, que llegaron al 50% anual.
Pese a esa intervención, la dolarización de carteras no se detuvo. Desde que se levantó parcialmente el cepo, la compra de divisas por parte de familias y empresas ronda los USD 2.000 millones mensuales. Son fondos que el Banco Central no logra captar, lo que dificulta la recomposición de reservas exigida por el FMI.
En este escenario, la decisión del gobernador Axel Kicillof de adelantar las elecciones bonaerenses al 7 de septiembre tensionó aún más al mercado. Aunque el oficialismo eliminó las PASO para evitar sobresaltos, el efecto solo fue retrasar el clima electoral unas semanas.
El contexto es desafiante. Desde fines de julio disminuirá la oferta de dólares del agro por el fin de la rebaja de retenciones, pero la demanda se mantiene firme por cobertura. “No está claro si fue acertado salir del cepo tan rápido”, advirtió a INFOBAE Pablo Goldín, de Macroview, quien también señaló que esa medida impidió aprovechar el ingreso de divisas del segundo trimestre.
Aunque el tipo de cambio oficial subió casi 10% en las últimas semanas, el traslado a precios fue nulo hasta ahora. Las consultoras proyectan una inflación de julio similar a la de junio (1,6%), pero un nuevo salto cambiario podría cambiar esa dinámica y poner en riesgo el capital político del Gobierno: el freno a la inflación.
Mientras tanto, el FMI espera tratar el caso argentino a fin de mes. El desembolso pendiente de USD 2.000 millones sería una señal de respaldo internacional, aunque las metas de reservas aún están lejos de cumplirse.
El país avanza a dos velocidades: sectores como energía, minería e inmuebles muestran dinamismo, mientras que la construcción, el comercio y la industria siguen estancados. Esto explica por qué, a pesar de la mejora en indicadores como la baja de la pobreza al 31,6%, el empleo formal no repunta.
Para Moody’s, que subió dos escalones la calificación de la deuda argentina, la recuperación es incipiente pero frágil. Su analista Jaime Reusche sintetizó la incertidumbre con una frase: “Argentina siempre está a una elección de distancia del default”.
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