Durante la misa de inicio de su pontificado, ante una Plaza de San Pedro colmada y con la presencia de líderes mundiales, ayer el papa León XIV ofreció una homilía centrada en el amor, la unidad y la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Con un llamado a superar la violencia, el odio y los sistemas que excluyen, propuso un camino de comunión fraterna, inspirado en el ejemplo de San Pedro y San Agustín.

Apenas iniciada su primera homilía como Papa, León XIV recordó a su antecesor Francisco, el primer líder argentino de la Iglesia católica, al expresar que “en estos últimos días hemos vivido un tiempo particularmente intenso. La muerte del Papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones y, en esas horas difíciles, nos hemos sentido como esas multitudes que el Evangelio describe «como ovejas que no tienen pastor»”.

El Papa sentenció que “amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro”. Y, a tono con sus palabras de pacificación, que pronunció cuando fue elegido en el último cónclave, agregó que lo que desea como líder católico es “una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad”.