En una época en la que la paz mundial pende de un hilo y que es necesario trabajar para su consolidación, el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica acaba de desregular el sistema de venta de armas convencionales, posibilitando a las empresas productoras, radicadas en ese país, comercializar libremente y sin ningún tipo de condicionamiento con países extranjeros interesados en sus productos bélicos. De esta manera las empresas estadounidenses ya no tendrán que acudir al Gobierno para establecer negociaciones, como estaban obligadas a hacerlo hasta ahora. Por otra parte, dentro de la nueva política de regulación se ha cambiado de categoría a las Aeronaves Remotamente Piloteadas (ARP), comúnmente conocidas como drones, con el mismo objetivo de facilitar la comercialización.


La decisión fue difundida a través de la oficina de Asuntos Políticos y Militares del Departamento de Estado, la que sin ningún tipo de inconvenientes argumentó que el objetivo de la desregulación es lograr que las compañías puedan ir directamente a vender sin ningún tipo de trámite burocrático, facilitando de esta forma el traslado legal de armas por todo el planeta.


Como tratando de demostrar que el gobierno seguirá teniendo alguna injerencia, se aclaró que esta libertad tendrá ciertos condicionamientos ya que cuando la transacción ofrezca algunas dudas deberá someterse, en última instancia, al Congreso Nacional. En este sentido tampoco varía el concepto denominado "presunción de denegación'' ante la venta de armas que puedan implicar una amenaza a las propias tropas norteamericanas.


Entre los objetivos propuestos con esta modificación, desde la Casa Blanca su asesor comercial dijo que quieren darle la posibilidad a los aliados a Estados Unidos a adquirir el armamento que necesiten. Creen que con esta acción reducirán la necesidad de que EEUU se involucre en conflictos que generalmente le ocasionan gastos y muertes de soldados y que haya países que tengan que recurrir a China o Rusia para conseguir armas. En este último punto EEUU ha considerado la gran influencia que estas dos potencias tienen actualmente en América latina, la que pretende contrarrestar facilitando la adquisición de armas fabricadas por sus compañías.


De esta forma se ha dado luz verde a un peligroso mercado, que más allá de estar controlado, puede llegar a poner en manos de gobiernos o grupos localizados arsenales de gran poder, en contra de la paz mundial.