El presidente de la Nación, Mauricio Macri, aprovechó la celebración del Día de la Independencia, la semana pasada, para hacer una autocrítica de su gestión y admitir errores propios, en relación a la difícil situación socioeconómica por la que atraviesa el país. El momento fue oportuno también para pedir a gobernadores, empresarios y sindicalistas que "aporten'' soluciones para que el país salga adelante, sin precisar en detalle qué tipo de ayuda es la que hace falta para superar la crisis en la que estamos inmersos.


La línea más clara estuvo dirigida a los gobernadores, a quienes les ha requerido el acuerdo correspondiente para el presupuesto 2019, conociendo que el mismo implica una fuerte reducción de gastos que incidirá negativamente en los presupuestos provinciales. De todas formas este pedido se encuadra dentro de las urgencias que tiene el Gobierno, por lo que falta definir en qué consiste el apoyo que se le está solicitando a los sectores empresariales y sindicales, comprendido en acciones de largo plazo.


De nada sirve hacer una mea culpa o una exhaustivo listado de errores cometidos si no se indican las soluciones a los problemas y cómo se puede colaborar para salir de la encrucijada. En definitiva es el Gobierno el que tiene que proponer las posibles salidas de la crisis y los demás sectores disponer si acompañan el camino elegido.


Lo que le está haciendo falta al país es un acuerdo con todos los sectores de la vida nacional, que posibilite al Gobierno continuar desarrollando su programa en base al cambio propuesto y los objetivos planteados desde un comienzo. Hay que aprovechar que hay una corriente de convencimiento de que al país se lo debe sacar adelante entre todos los argentinos, diciendo basta a las luchas intestinas y las apetencias sectoriales que hasta ahora lo único que han hecho es condenarnos a la postergación.


Ese gran acuerdo que está precisando la Argentina puede tener dos variantes significativas; por un lado un pacto para garantizar que un líder, en este caso Macri, pueda llevar adelante su programa de gobierno, con la única condición de su legitimidad para gobernar. En nuestra historia hay varios casos de estos tipos de pactos que permitieron beneficiosos períodos de gobierno, en que el país logró recomponerse, como el de 1910 entre Sáenz Peña e Hipólito Yrigoyen o el de 1958 entre Perón y Frondizi. Otro tipo de pacto es el de las fuerzas políticas, que por sí solas no tienen legitimidad para gobernar, por lo que buscan consensos básicos en política y economía. En nuestra historia no abundan tantos ejemplos en ese sentido más allá del 'Gran acuerdo nacional'' que intentó Alejandro Lanusse entre 1971 y 1973 y que terminó en fracaso. A nivel internacional son conocido los pactos de la Moncloa, en España, o el Pacto por México en 2012, los primeros exitosos el último no tanto.


El Gobierno y las instituciones representativas son las que deben promover esta gran convocatoria, en una forma decidida, pero con el objetivo de solucionar los problemas graves del país.