La civilización humana se ha erigido en base a la comunicación. Se enseña, se aprende, se hacen negocios, se establecen relaciones, todo merced a la comunicación. Hasta no hace mucho, esta tenía soporte físico; una carta era sobre papel, de igual modo una revista o libro. La música se plasmaba sobre vinilo o CD y, cual tesoro, se conservaban fotos en negativo y papel. Si se perdía una carta, una publicación o foto, no era difícil recuperarla o conseguir una copia exacta. Hoy, si alguien extravía su teléfono o computadora, pierde gran parte de lo que constituye su vida, si es que no realizó una copia. Pero imaginemos lo que sucedería si la civilización, erigida en el transcurso de milenios, repentinamente perdiera su soporte, hoy predominantemente digital. Porque, a fin de ahorrar espacio y de posibilitar un acceso instantáneo y económico, todo lo previo a esta era se ha digitalizado; desde cine, música, hasta publicaciones impresas.


El 1 de septiembre 1859, el astrónomo Richard Carrington estudiaba en su observatorio de Londres el comportamiento del Sol. Repentinamente, aparecieron en su superficie "dos parches de luz intensamente brillante y negro", algo notable y anormal. Estaba siendo testigo de la erupción solar más grande de la que se tiene constancia. Duró unos 5 minutos, y recién 17 horas después comenzaron a manifestarse situaciones anómalas en la Tierra. Registros de todo el orbe coincidieron respecto a alteraciones significativas en la intensidad y color de la luz del Sol. La erupción solar observada por el Dr. Carrington tuvo a su vez una manifestación magnética, denominada viento solar, que en su baja intensidad origina las auroras boreales. El hoy conocido como "Evento Carrington" produjo en el planeta efectos sobre la incipiente tecnología eléctrica. En 1859 no existía aún la electrónica pero sí sistemas telegráficos, los que dejaron de funcionar. De sus instalaciones salían chispas, postes de tendido de líneas se incendiaron por sobrecalentamiento y el sistema colapsó. En 2008 la Academia Nacional de Ciencias de EEUU estudió lo que hoy sucedería en un caso análogo. Fueron contundentes: "Una tormenta similar a la de 1859 produciría graves interrupciones en el metabolismo social y económico del mundo. Las redes energéticas, los dispositivos electrónicos, los satélites (comunicaciones, GPS) se verían muy afectadas y, dependiendo del impacto y la potencia, puede ser que destruidas por sobrecarga". De acuerdo a los ciclos del Sol, científicos coinciden en que una tormenta solar de magnitud podría tener lugar entre este año y el próximo. Existirían formas de atemperar daños, y recursos alternativos para que particulares puedan resguardar sus dispositivos. Pero son los estados quienes deben focalizar el tema y prevenir, dada la incidencia determinante en absolutamente todo el funcionamiento social e individual. La era digital nos puso el mundo en las manos, pero también nos expone a una vulnerabilidad extrema en todo sentido, lo que exige planes de contingencia.