El cambio climático está produciendo estragos en el mundo por las alteraciones meteorológicas cada vez más intensas y destructivas con un gran impacto en la producción agrícola en momentos en que se requiere garantizar la seguridad alimentaria. La sequía rompió las expectativas de una cosecha récord de soja en esta temporada con unos 2.000 millones de dólares en divisas que resignará la Argentina. Son muchas y prolongadas las variaciones climáticas donde se asienta la principal riqueza del país.


Frente a este panorama preocupante, potencialmente más agresivo, la ciencia trabaja denodadamente en el desarrollo de cultivos que se adapten al cambio climático y garanticen el potencial del liderazgo mundial del agro como proveedor de alimentos. El último logro, es un estudio encabezado por investigadores del Conicet que ha logrado describir de manera detallada los factores moleculares que regulan el crecimiento de las raíces sometidas a baja temperatura.


El estudio, publicado esta semana, llevó a comprender mejor la relación entre las plantas y el ambiente a fin de poder diseñar estrategias para una agricultura sustentable y desarrollar plantas ambientalmente inteligentes, que sean capaces de adaptarse y crecer en ambientes hostiles. En los modelos de estudios vegetales los especialistas hacer crecer a plantas a 10 grados centígrados y no a los 22º que habitualmente tiene la variedad elegida en el proyecto.


Este trabajo argentino se adelanta a las predicciones de un cambio climático global con recurrentes picos de temperatura, precipitaciones y aumento de aridez de los suelos, como está ocurriendo en sectores de la pampa húmeda. Por ello la trascendencia de los biólogos moleculares vegetales y los agrónomos con un rol fundamental para generar a futuro nuevos cultivos ajustados a una crisis ambiental cuyos embates son impredecibles.


Nuestro país está presente en los cambios que hay revolucionado la agricultura masiva con cambios genéticos en plantas para alcanzar cosechas récord, caso de los transgénicos, y también los métodos para optimizar la siembra, el riego y la cosecha. Ahora los científicos profundizan los estudios tras combinar el uso de herramientas genéticas y bioquímicas, junto con técnicas de microscopía avanzada, biología molecular y celular, hasta identificar los mecanismos moleculares que regulan el crecimiento de los pelos radicales de las plantas a bajas temperaturas. Un éxito de trascendencia internacional.