Por estos días, la palabra consenso que significa 'acuerdo o conformidad entre personas'' es una de las más escuchadas en ámbitos vinculados a la política, la economía y otras áreas que buscan en ella la solución a gran parte de los problemas socioeconómicos y financieros que afectan al país. Muchos están persuadidos de que con el llamado del Gobierno nacional a un diálogo político, la Argentina tendrá la posibilidad de recuperarse en base a establecer reglas claras para su gobernabilidad, logrando que el país sea más estable, equilibrado y previsible. Si bien la mayoría coincide en que ese es el camino a seguir, de una u otra parte siempre surgen condicionamientos que hacen que este proceso de búsqueda de consensos sea dificultoso y lento. El mayor obstáculo está en la dirigencia política y sindical, más preocupada por sus urgencias electorales que en acordar con el actual gobierno normas básicas de gobernabilidad que puedan ponerse a la brevedad en práctica, y que también sirvan para el futuro.


Desde que el Gobierno nacional lanzó la idea de esa gran concertación, hubo muestras de apoyo de casi todos los sectores, principalmente económicos y sociales. Sin embargo, el compromiso de abordar los temas que más preocupan en plazos que no han sido debidamente establecidos, dilatan las soluciones que se deberían estar gestando.


Evidentemente el tiempo preelectoral que vive el país impide avanzar en una iniciativa que representa una oportunidad única que se presenta de que todos los sectores se pongan de acuerdo para encontrar la forma de sacar el país adelante. Tanta culpa tiene el oficialismo como la oposición, lo malo es que se está perdiendo un tiempo precioso que luego costará recuperarlo. El mundo no va esperar que nos recompongamos, sigue adelante con sus problemas y sus urgencias. Por una parte el Gobierno está más preocupado en el destino de "Cambiemos" y en los pasos a seguir por la principal fuerza opositora que es el kirchnerismo, que en la forma de mejorar la coyuntura económica y dejar sentadas bases sólidas para el crecimiento del país. Por otra parte los sectores opositores, entre los que se destaca el peronismo, están más interesados en los armados políticos y en la posibilidad de cada dirigente de constituirse en ordenador de esa fuerza política.


Pareciera que el país en crisis es uno, y que electoralmente vivimos en otra nación. La dirigencia demuestra no darse cuenta de la urgencia de la situación y que el estado de ánimo hoy de la población es peor que la crisis, como lo ha señalado el expresidente del Gobierno español Felipe González al hacer un diagnóstico de la Argentina.