Los alumnos de primer grado del turno tarde de un colegio privado de Chivilcoy -ciudad de más de 60.000 habitantes ubicada a 160 kilómetros de Buenos Aires-, estaban invitados al cumple de Francesca.

La niña cumplía 6 años y sus papás organizaron una fiesta en un salón ubicado en la calle Alsina al 500.

Su mamá envió las esquelas el jueves pasado a la maestra, quien las abrochó en el cuaderno de comunicados de cada alumno.

"Junto a su papá hicimos muchísimo esfuerzo para poder festejarle el cumple. Invitamos a bastante gente", relató Selena Ferreyra, la mamá de Francesca.

El fin de semana algunos de los invitados no pudieron ir a la fiesta por temas de trabajo; otros, por enfermedad. Y algún otro, por excusas inciertas.

Pero lo peor para Fran fue que transcurriera el tiempo y ninguno de sus compañeros asistiera al festejo.

"Me dolió que ningún, absolutamente ningún compañerito de la escuela de Fran fue a su cumple", subrayó la mamá, entre el dolor y la bronca. "Ver que no llegaba ninguno de sus amiguitos me rompió el corazón", agregó Selena.

"No iba a hacer esto público pero realmente la bronca y angustia que tengo son muy grandes", añadió.

"Me interesaría saber si el colegio avala este tipo de bullying", se preguntó la mamá de Fran.

Francesca no asistió a clases el lunes. Su mamá acudió a la Dirección Escolar para que la reubiquen en otra escuela donde no discriminen a su hija.

La mujer, en cambio, agradeció a quienes acompañaron a Fran en su anhelado día: "Tengo que agradecerles a todas esas personas que fueron a compartir ese lindo momento con mi hija, no fueron muchos pero me demostraron que mi hija les importa aunque sea un poco".

También se mostró agradecida con las animadoras del salón, "que le pusieron la mejor onda e hicieron que mi hija dentro de todo la pase bien".