Matías Sagrera se maravilló la primera vez que entró al Auditorio Juan Victoria. Era 2015 y había llegado a San Juan en gira con la Orquesta del Bicentenario -que reunía a adolescentes de todo el país-. No volvió más hasta la semana pasada, pero esta vez, lo hizo como profesor titular de la Cátedra de Órgano del Departamento de Música de la FFHA de la UNSJ, cubriendo la vacante producida por el retiro del profesor Oscar Rodríguez Castillo, que estuvo 30 años en el cargo.


El músico es de Buenos Aires, tiene 38 años, se recibió de licenciado en Artes Musicales en la Universidad Nacional de las Artes y luego terminó de formarse en España y Francia. Desde 2009 es organista titular y director de música sacra de la Basílica del Santísimo Sacramento y recientemente también de la Basílica del Santísimo Rosario. Como concertista se ha presentado en las principales salas y templos, destacándose en su curriculum presentaciones en el Teatro Colón, junto a los cuerpos estables; en el CCK, en España y Estados Unidos. 


Si bien fue elegido el año pasado, recientemente completaron el trámite administrativo, demorado por la inactividad de la institución por la pandemia. Sagreras estima que pronto podrá comenzar a dictar clases a los dos alumnos que tiene inscriptos, que son mendocinos, a través de un sistema semipresencial, porque el organista no se instalará en San Juan, sino que viajará de acuerdo a la necesidad. De todas maneras, afirma que "estamos en el Siglo XXI" y hay buenos simuladores virtuales que permiten lograr una sonoridad muy similar a la de los órganos tubulares reales. 


Sagreras manifestó estar dispuesto a ayudar hacer lucir la joya musical del Auditorio, que actualmente está siendo restaurada tras los daños sufridos por el terremoto.


 ¿Cómo se prepara para encarar la cátedra?


Es mi primera cátedra de órgano, si bien tengo cátedras de música, esta es la primera de órgano. Con lo cual es un gran desafío para mí comenzar a enseñar y aprender de los alumnos. Al mismo tiempo me produce un gran entusiasmo el desafío de darle una nueva vida al instrumento; busco que las nuevas generaciones se acerquen al órgano.


Ahora hay una larga labor de volver a llamar, a despertar nuevas vocaciones organísticas no sólo en San Juan sino en las provincias aledañas, porque San Juan es uno de los epicentros de la cultura organística en la región.


-¿El cargo implica que sea parte de la orquesta sinfónica?


-En este momento no. Y porque con la jubilación de Rodríguez Castillo se reestructuraron un montón de horas, como no había alumnos, decidieron bajar horas de la cátedra y redistribuirlas. Entonces ahora la propuesta de la universidad es comenzar con menos horas, acorde a la cantidad de alumnos y en la medida en que crezca, recuperarlas. Entre esas horas se perdieron las horas del órgano en la Orquesta Sinfónica, pero mi intención es, más allá de lo formal académico, es entablar un lindo vínculo con Rolando (García Gomez) como director del Auditorio como con Emanuel Siffert como director de la Orquesta. Ellos tienen mucho interés en que el órgano vuelva a tener una actividad protagónica y yo les he dicho que cuentan con todo mi apoyo, mi energía y mi tiempo para todo tipo de la actividad que se pueda hacer.


-Cuando actuó en el Auditorio en 2015, ¿cómo fue el encuentro con el instrumento?


-Me encontré con un instrumento maravilloso, es una joya nacional que además de la calidad instrumental está ampliamente beneficiada por la calidad acústica, es una de las mejores salas en términos acústicos que tiene el país. Con lo cual el órgano suena mágicamente ahí dentro y se funde con la orquesta como en pocos lugares. El instrumento no estaba en las mejores condiciones realmente. Por eso ahora pedí al organero que ahora está trabajando qué posibilidad había de levantar el diapasón. Vos tocás una nota La y está afinada un poco más bajo que lo que suele afinar la orquesta, afina generalmente a 442 Hertz y el órgano está a 436. 


-¿Por qué eligió el órgano entre todos los instrumentos?


-El órgano me ha cautivado por ese sonido solemne que produce, íntimo, tiene una gran versatilidad tímbrica. Y al mismo tiempo siempre me llamó la atención que es un instrumento y una máquina al mismo tiempo, muy compleja y muy grande, con un complejísimo circuito técnico mecánico que permitirá que un tubo suene, y ahí está el arte. 


-¿Qué opina sobre que al órgano del Auditorio se le instale el sistema MIDI?


-Creo que la incorporación del MIDI para un instrumento, cualquiera sea, tiene que ser una herramienta que no deshumanice al instrumento. Uno podría poner una pista MIDI y no le haría justicia al instrumento, sonaría todo duro, liso, carente de humanidad. Ahora, si un organista graba una obra y eso después se puede replicar, es positivo, si es para un fin justificable. Creo que es un arma de doble filo y hay que saber usarlo con conciencia. 


Igualmente creo que un organista puede acceder a otros repertorios por fuera del académico, sin necesidad de llegar a un sistema de reproducción electrónica, tan es así que hace dos semanas grabamos en Buenos Aires un homenaje a Ariel Ramírez en órgano, guitarra y canto. Y sin MIDI y sin nada. Y hace 4 años di un concierto con Patti Smith, la artista pop punk de los 70, en el CCK y también hice música para cine con órgano. Creo que tenemos que poder abrirnos a mostrar un órgano más allá de repertorio clásico.