Humberto Costa no recuerda desde cuándo un lápiz y una hoja en blanco lo transportan a mágicos universos en los que se sumerge fascinado; pero sí sabe que "desde siempre" lo suyo fue eso. Una vocación que evolucionó al ritmo de distintas experiencias, algunas con nombres y apellidos. Una, por ejemplo, lleva los del recordado Miguel Sugo, que apareció en su vida cuando el padre de Humberto dejó Valle Fértil y compró una casa pegada a la del escultor. Humberto, de por entonces 11 años, se convirtió en un asiduo visitante del "laboratorio" de Sugo. Ya en la adolescencia aparecieron otros, como Nello Raffo y Federico Blanco, sus profes de dibujo de la escuela San Martín, quienes notaron su buena muñeca y lo alentaron a continuar por ese camino. Finalmente, a los 25 años, desoyendo las presiones familiares, comenzó sus estudios universitarios en el departamento de Artes Plásticas de la UNSJ, donde conoció a otros grandes maestros, se recibió con la especialidad de escultura y ejerció la docencia hasta que se jubiló, en 2013. En paralelo fue trazando una personal carrera que lo llevó por diferentes grupos, salones, exposiciones y concursos. Recorrido que sigue alimentando hoy en su taller de calle 9 de julio y junto a colegas como los del colectivo 18 mundos. Trayectoria a la que apuntaron desde la Cámara de Diputados, cuando le otorgaron -días atrás- la "Mención de honor Maestro Mario Pérez", tras ser elegido de entre 34 postulantes, por un jurado conformado por Silvina Martínez, Mirta Romero, Carlos Gómez Centurión, Arturo Sierra y Leonardo Siere.


"Es una sorpresa que no esperaba y que lleve ese nombre hace que mi agradecimiento sea doble, porque yo compartí varios años con Mario. En los "90 teníamos el grupo Colapso, con Silvina Martínez, Cecilia Rabbi Baldi y Eduardo Esquivel. Tuvimos un vínculo y sentí mucho su pérdida, la de Esquivel también... Ha sido emocionante por eso y por ser el primero en recibirla", comentó a DIARIO DE CUYO el artista. "Es muy interesante esto de premiar la trayectoria, y no es vanagloriarse sino que resalta el trabajo de una vida; que es necesario que la sociedad conozca, porque la plástica no está difundida en la misma intensidad que otras áreas de la actividad artística", opinó Costa, para quien los premios -si bien "responden a muchas circunstancias"- son siempre bienvenidos. "Son un estímulo, abren caminos y es reconocimiento en el medio. Yo creo que hacen falta y celebro que las instituciones estén haciendo estas cosas; veo que hay un interés por el fomento de los artistas, que necesitamos ser visibilizados socialmente y apoyados económicamente", se explayó Humberto, para quien "estar lejos de los grandes centros de difusión y absorción, hace que sea más difícil entrar a un circuito y quedamos un poco relegados". 


Sin embargo, esa distancia no desalentó al sanjuanino, que jamás dejó de crear. Eso sí, una vez jubilado, se abocó con total entrega. "Me permitió adentrarme en lo mío", dijo, todavía "reconfortado" por el reconocimiento y por el cariño que le prodigaron en sus redes sociales colegas de su camada y nuevos exponentes que también admira y que lo hacen pensar que las artes visuales en San Juan tienen presente y futuro. 


"No ha decaído, para nada, han surgido muchas figuras nuevas que quizás todavía no tienen la trascendencia que alcanzaron nombres de otras épocas, pero están. Hay una camada que está trabajando muy bien, fuerte y con calidad. Después de los fenómenos Pérez y Esquivel, que se destacaron a nivel internacional, hay otros chicos que además están agrupados, trabajando comunitariamente, con otras modalidades... Antes era algo más individual y aislado, pero por suerte ahora tienen este criterio. Yo tengo contacto con muchos de ellos, desde 18 mundos, de la señora Faedo, donde me invitaron este año; y eso me mantiene en constante actividad y creación", se explayó Costa, quien se siente querido en su tierra, a la que también le puso su impronta. 


"Sí, supongo que hay un aporte, aunque no sé exactamente qué", vuelve a sonreír con genuina sencillez. "Quizás fue una presencia de un artista que propone una modalidad de arte abstracto, donde me he mantenido... quizás eso aportó algo al mundo pictórico sanjuanino; aunque ha sido un intercambio de energías", apuntó el pintor. "Un amigo y crítico, Alberto Sánchez, me dice que hago obras del insomnio", relata y suelta una risa grave y sonora. "Es que en la madrugada, en ese momento de recogimiento y comunicación íntima con hoja en blanco, me surge como si fuera una escritura, algo espontáneo, trazos... Hay un subconciente que va manejando eso, yo soy el instrumento. También pasa en la pintura y en la escultura, que no son producto solo de un propósito racional, es un fluir y ahí voy armando cosas... Abstracto pero no frío, porque hay mucho de lo orgánico", describió su "modus operandi" y su producción, que toma múltiples interpretaciones según el tamiz de cada espectador, algo que no deja de sorprenderlo. "La gente ve cosas que uno no, algunos me han dicho que ven cortes geológicos, imágenes de microscopio y hasta formas de caracol... ¡Al final es una pintura realista!" vuelve a reir cándido. "Me gusta, porque es un aporte, me parece lindo que desde mi no intencionalidad el otro encuentre otras formas", consideró el artista, que no aborda temas sociales, aunque admite que tal vez se cuelen en trazos y colores: "No es mi metier lo figurativo, pero quizás desde lo abstracto también indique un estado social, el caos, las tensiones por ejemplo... Puede que no haya algo ex profeso, porque no pinto una manifestación, pero de algún modo se reflejan...", reflexionó en voz alta el pintor, dibujante y escultor, un convencido de que las musas deben ir de la mano con el trabajo. 


"Sí, hay un impulso, pero también hace falta orden, constancia y método. Hay que pensar y ver hacia dónde se lleva la obra; y esa actividad va motivando otras. Para mí el arte es un poco inspiración y mucho trabajo, que es lo que enriquece la obra... Hay que saltar del trampolín pero también saber nadar", marcó Humberto Costa, que ha hecho del arte su forma de vida. "Yo tengo ansiedad diaria de expresar algo, de trazos, de colores..." explicó el creador, que sigue más aferrado al manchado pincel que al impoluto mouse. "Creo que hay que incorporar los adelantos tecnológicos, aprovecharlos, porque ya es inútil despegarse de eso; pero ver hasta qué punto son instrumento del ser humano o al revés... Hasta qué punto lo que uno ve es un logro de la electrónica o del artista...Tal vez sea una cuestión generacional... Por ahí te dicen "todavía estás en el el cuadro, en la pintura, el pincel", en lo matérico digamos, pero yo no puedo despegarme todavía de eso; y creo que esto que hacemos muchos aún está vigente y nos mantiene humanos entre tanta tecnología manipuladora", planteó.