Ozzy Osbourne, el legendario cantante británico que revolucionó la música con Black Sabbath y luego consolidó una exitosa carrera solista, murió este martes a los 76 años. La noticia fue confirmada por su familia a través de un comunicado en el que expresaron que el artista falleció “rodeado de amor” y pidieron respeto por su privacidad.

El deceso del “Príncipe de las Tinieblas”, como lo apodaron por su estilo excéntrico y oscuro, ocurrió apenas semanas después de su emotivo concierto de despedida en Villa Park, Birmingham, donde compartió escenario con los miembros originales de Black Sabbath: Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward. Aquel show fue promocionado como “el mayor espectáculo de heavy metal de la historia” y marcó el cierre de una era.

Desde que en 2020 reveló su diagnóstico de Parkinson, su salud se había deteriorado progresivamente, obligándolo a retirarse de los escenarios. Sin embargo, su legado seguía vigente: canciones como Paranoid, War Pigs y Crazy Train continúan siendo himnos del género.

Nacido como John Michael Osbourne en 1948 en Birmingham, tuvo una adolescencia marcada por dificultades y breves pasos por la cárcel antes de encontrar su rumbo en la música. Fundó Black Sabbath en 1968 y, junto al resto de la banda, definió el sonido del heavy metal. Su estilo vocal, las letras oscuras y el sonido distorsionado marcaron a fuego la historia del rock.

Tras su expulsión del grupo en 1979 por sus adicciones, inició una carrera solista que lo catapultó aún más alto. Su primer disco, Blizzard of Ozz, incluyó éxitos como Crazy Train y Mr. Crowley, y lo estableció como ícono global. Escándalos y anécdotas —como morder la cabeza de un murciélago en un show— también alimentaron el mito.

En los ‘90 volvió con el festival Ozzfest y más adelante protagonizó el reality familiar The Osbournes, que lo acercó a una nueva generación. Su última etapa estuvo marcada por problemas de salud, pero también por reconocimientos: ganó Grammys, fue homenajeado por su trayectoria y volvió a reunir a Black Sabbath.

Ozzy se va, pero su figura seguirá viva en la cultura popular y en el corazón de millones de fanáticos. Su voz, sus locuras y su autenticidad dejaron una marca que el rock jamás olvidará.