De la mano del ex guerrillero José Mujica la izquierda uruguaya está a un paso de revalidar su histórico triunfo de 2004 en la segunda vuelta electoral de hoy, a la que llega como clara favorita frente al candidato de la derecha, el ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995).

En los últimos sondeos el izquierdista Frente Amplio mantiene un apoyo de entre el 48 y el 51%, frente al respaldo de entre el 41 y 42% del conservador Partido Nacional (Blanco). Porcentajes que tienen aún mayor relieve al considerar que el número de indecisos sólo le alcanzaría a Lacalle para acercarse a su contrincante incluso si todos le apoyaran a él, algo improbable.

El propio aspirante izquierdista, en su último acto de campaña, celebrado el miércoles, recurrió al triunfalismo al recordar a sus acólitos que "nada cae del cielo, esto es fruto del esfuerzo acumulado".

Mientras, el senador Jorge Larrañaga, candidato a vicepresidente en la fórmula de Lacalle, decía tener confianza en eventuales "cambios de último momento" para revertir la intención de voto, lo que podría interpretarse como otra señal de la firme tendencia de los sondeos.

En la primera vuelta, celebrada el pasado 25 de octubre, Mujica resultó vencedor pero con un porcentaje del 48%, insuficiente para lograr la Presidencia.

Lacalle, que consiguió el 29%, ha logrado acercarse a Mujica porque el Partido Colorado, que tuvo el 18%, le ha dado su apoyo, en una nueva alianza de los partidos tradicionales contra la izquierda.

Durante los últimos 170 años los "colorados" mantuvieron una hegemonía en el poder casi absoluta, solamente interrumpida por el Partido Nacional en dos ocasiones y por el Frente Amplio en 2004, cuando el socialista Tabaré Vázquez se convirtió en el primer presidente de izquierda de la historia uruguaya.

Pero en esta ocasión, ni la juventud de su candidato, Pedro Bordaberry, hijo del presidente constitucional devenido en dictador Juan María Bordaberry (1973-1976), pudo levantar su imagen. Sus 49 años no representaron el golpe de efecto esperado frente a los 68 años de Lacalle y los 75 de Mujica.

Lejos quedan los intentos de la oposición conservadora de compararlo con el gobernante venezolano, Hugo Chávez, neutralizados por el propio ex guerrillero al asegurar que su referente político es el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

También las declaraciones altisonantes de Mujica sobre el siempre delicado tema de la dictadura y sobre los argentinos bajaron de tono. Incluso, ayer dijo que si es elegido gobernante tratará de aislar el conflicto con Argentina por la planta de la papelera finlandesa Botnia en la frontera común para no entorpecer las relaciones bilaterales. "No le vamos a dar manija (potenciar) a un problema que es duro" para "multiplicar los obstáculos con la República Argentina, con la cual queremos llevarnos lo mejor", afirmó Mujica en un encuentro con la prensa extranjera.