Sólo las colas interminables en los colegios electorales catalanes recuerdan la mañana de furia del 1 de octubre, cuando el gobierno nacionalista celebró en desafío a la legalidad española un referéndum sobre la independencia.

 

Aquel día la historia de Cataluña entró en un vértigo endiablado que llevó hasta las cruciales elecciones de hoy, en las que 5,5 millones de personas están habilitadas para decidir quién mandará en la región más rica de España. Y, sobre todo, si se reactiva o no el proceso separatista.

 

Una afluencia masiva desbordó los centros electorales desde primera hora. Es día laborable en Cataluña y muchísima gente optó por votar antes de ir al trabajo. Tuvieron que esperar un rato pero en un ambiente de calma absoluta: nada que recuerde el caos del referéndum prohibido, que se hizo entre cargas policiales, protestas y tensión extrema.

 

Nada o casi nada. En el colegio Ramon Llull, en Barcelona, todavía se veían las veredas pintadas con lazos amarillos, el símbolo para homenajear a los líderes independentistas que están en prisión por haber proclamado la república el 27 de octubre. Sobrevivieron pese a que la junta electoral ordenó borrar todos esos símbolos, al considerar que violan la neutralidad electoral. Tampoco se les permitió a los presidentes de mesa llevar lacitos en la solapa. Hay votantes que los llevan: las autoridades deben decidir en cada caso si les llaman la atención o hacen la vista gorda.

 

Otro lugar donde se recordaba el 1 de octubre era el pabellón municipal de Sant Julià de Ramis (Girona). Allí, en la entrada, se exhibe como una reliquia una urna china de plástico de las que se usó en el referéndum. Es el lugar donde está inscripto para votar el destituido presidente Carles Puigdemont, ahora candidato por Junts per Catalunya (JxC). No irá: se quedó en Bélgica, donde vive desde noviembre para escapar a la Justicia española. Sí asistió y fue ovacionada su esposa, Marcela Topol, de nacionalidad rumana.

 

 

El otro líder del separatismo, Oriol Junqueras, cabeza de lista de Esquerra Republicana (ERC), votó por correo. Está preso en la cárcel madrileña de Estremera por los mismos delitos que se le achacan a Puigdemont.

 

Nunca en España se habían celebrado elecciones en las que dos de los principales postulantes estuvieran en prisión o fuera del país. Nunca una región autónoma había votado por decisión del gobierno central. Y nunca unos comicios se celebraron con el nivel de vigilancia que tiene este: se dispusieron 17.000 policías -el doble que en 2015-, hay un promedio de 20 fiscales por mesa electoral, ante el temor de trampas que enturbien el resultado, y se desplegó un operativo informático especial para prevenir un ciberataque contra el escrutinio.

 

“Por el momento todo transcurre con máxima normalidad. La afluencia a los colegios es intensa, pero no se registran incidentes de ningún tipo”, informó el delegado del gobierno, Enric Milló, al cumplirse dos horas de la apertura de los colegios.

 

 

La participación será justamente uno de los puntos decisivos. Según las encuestas, podría alcanzarse una cifra récord de entre el 80% y el 82%. Para los partidos constitucionalistas puede resultar vital si esto ocurre: entre los habituales abstencionistas son amplia mayoría quienes se oponen a la independencia.

 

Los pronósticos revelan un escenario absolutamente fragmentado, con ERC y los antinacionalistas de Ciudadanos (C’s) peleando voto por voto el primer lugar. Ambos muy lejos de la mayoría necesaria para formar gobierno.

 

Se ponen en juego las 135 bancas del Parlamento, que se repartirán previsiblemente entre siete de las 11 listas que se presentan. Las urnas estarán abiertas hasta las 20 (las 16 de Argentina).

 

El primer dato fundamental del escrutinio pasa por ver si ERC, JxC y los antisistema de la CUP consiguen los 68 diputados que dan la mayoría. En 2015 sumaron 72. Las encuestas vaticinan que estarán entre 66 y 70.

 

 

El segundo punto decisivo es qué porcentaje de votos alcanzan los separatistas, siempre obsesionados con demostrar que representan a la mayoría del pueblo catalán: ¿llegarán al 50%?, ¿alcanzarán el 47,8% que lograron en 2015? ¿o perderán apoyos después de la revuelta que derivó en la destitución del último gobierno y la intervención de las instituciones regionales?

 

Por el lado de los antinacionalistas, la candidata Inés Arrimadas (C’s) espera quedar en primer lugar, aunque tendrá difícil construir una mayoría de bancas. La política española mira con atención el resultado que obtenga el Partido Popular (PP) deMariano Rajoy, el presidente que activó por primera vez el artículo de la Constitución que autoriza a Madird a tomar el control de una comunidad autónoma. Los sondeos le auguran el peor resultado histórico (alrededor del 5%).