El medicamento ivermectina, que se emplea usualmente como antiparasitario, se ha recetado ampliamente durante la pandemia pero aún no existen datos rigurosos sobre su efectividad.

Se trata de un fármaco antiparasitario controversial, que ha sido presentado como un tratamiento potencial contra el COVID-19, pero que no acorta el tiempo de recuperación en las personas con casos leves de la enfermedad, de acuerdo con un ensayo aleatorio controlado publicado en la prestigiosa revista científica JAMA.

La ivermectina suele utilizarse para tratar los gusanos parasitarios tanto en personas como en animales pero la evidencia científica de su eficacia contra el coronavirus es muy escasa. Algunos estudios han indicado que el fármaco puede prevenir que varios virus se repliquen en las células. Y el año pasado, investigadores en Australia encontraron que, en dosis elevadas, en cultivos celulares, la ivermectina suprimió el SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad por COVID-19.

Dichos hallazgos alentaron el uso del medicamento contra la COVID-19, especialmente en América Latina. “La ivermectina se está usando actualmente ampliamente”, advirtió Eduardo López Medina, médico e investigador del Centro de Enfermedades Infecciosas Pediátricas en Cali, Colombia, que dirigió el nuevo ensayo. “En muchos países en las Américas y en otras partes del mundo forma parte de los lineamientos nacionales de tratamiento del COVID”.

Pero el fármaco ha causado división y posiciones encontradas entre la comunidad científica. Aunque algunos investigadores creen que tiene potencial, otros sospechan que para inhibir efectivamente al coronavirus se requieren dosis extremadamente altas y posiblemente peligrosas. Los funcionarios de salud también temen que las personas, desesperadas por conseguir tratamientos para el coronavirus, puedan tomar versiones del medicamento que han sido formuladas para mascotas, ya que se emplea regularmente para prevenir dirofilariasis en los perros.

“Ha habido muchas opiniones opuestas sobre esto, a veces opiniones extremadamente opuestas”, expresó Carlos Chaccour, investigador del Instituto Barcelona para Salud Global que no participó en el estudio. “Creo que se ha convertido en otra hidroxicloroquina”.

Pero ni sus defensores ni sus críticos han tenido muchos datos rigurosos para apoyar sus puntos de vista. Existen pocos ensayos bien controlados de la efectividad del medicamento contra la COVID-19, aunque se esperan más en los próximos meses. Y los lineamientos de tratamiento de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos advierten que no hay suficiente evidencia “para recomendar o desaconsejar” el uso del fármaco en pacientes de COVID-19.

En el nuevo estudio, López Medina y sus colegas asignaron aleatoriamente a más de 400 personas que recientemente habían desarrollado síntomas leves de COVID-19 que tomaran un esquema de cinco días de ivermectina o placebo. Encontraron que los síntomas de coronavirus duraron alrededor de 10 días en las personas que recibieron el fármaco, en comparación con los 12 días de quienes recibieron el placebo, una diferencia estadísticamente insignificante.

El nuevo ensayo añade datos clínicos muy necesarios para el debate sobre el uso de la ivermectina como tratamiento de la COVID-19, dijo Regina Rabinovich, médica e investigadora de salud global en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de Harvard, que no participó en el estudio.

Pero observó que el ensayo era relativamente pequeño y no responde a la pregunta clínica más urgente que es si la ivermectina es capaz de prevenir enfermar de gravedad o evitar la muerte. “La duración de los síntomas puede que no sea el parámetro más importante ni clínico ni de salud pública”, dijo.

Los investigadores encontraron que siete pacientes del grupo placebo se deterioraron después de participar en el ensayo en comparación con cuatro del grupo de la ivermectina, pero los números eran muy pequeños como para llegar a una conclusión significativa.

“Hubo una pequeña señal ahí, y sería interesante ver si esa señal que vimos es real o no”, opinó López Medina. “Pero eso tendría que responderse en un ensayo mayor”.

López Medina también comentó que la población del estudio era relativamente joven y saludable, con una edad promedio de 37 años y pocas de las comorbilidades que pueden hacer que la COVID-19 sea más peligrosa.

Actualmente se llevan a cabo ensayos mayores, que podrían dar respuestas más definitivas, dijo Rabinovich, quien comentó que ella era “totalmente neutral” respecto a la utilidad potencial de la ivermectina. “Solo quiero datos porque hay un gran caos en el campo”.

Consultado por Infobae en relación a las conclusiones arrojadas por el estudio de JAMA, el infectólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Omar Sued, manifestó: “Es lo que viene sosteniendo la SADI, de que no se puede incorporar un medicamento nuevo contra el COVID hasta no tener estudios grandes, randomizados, que demuestren un beneficio clínicamente relevante”.

“La bajada de la carga viral no representa una mejora en la morbilidad o en la mortalidad, por eso es importante seguir haciendo estos estudios y tomar decisiones cuando los resultados apoyen su implementación”, añadió ante la consulta de este medio.

Por su parte, y según el infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), reflexionó: “Este estudio, si bien es pequeño -en no más de 500 pacientes- no pudo confirmar el beneficio de la ivermectina en términos de duración de la sintomatología del COVID-19. Tampoco se vieron diferencias en cuanto a la progresión de la enfermedad. Por lo tanto, sigue sin haber evidencia científica que sugiera una utilidad de esta droga en el tratamiento del COVID-19. Esto no significa que no deba seguir investigando, y posiblemente se pueda usar la droga pero solo en contexto de investigación”.

“Es importante recordar que la ivermectina no es una droga inocua y aún a dosis terapéuticas puede provocar efectos adversos, los cuales, si bien son mayormente leves, a veces pueden llegar a ser graves. Tal como lo recomienda la SADI, no debería usarse ivermectina para el tratamiento y/o profilaxis del SARS-CoV-2, al margen de estudios bien diseñados, debidamente registrados, y que sean éticamente aceptables”, precisó.