Ahí donde empezó todo, River inició una nueva aventura. En el Padre Martearena de Salta, sonó el "Muñeco, Muñeco" que hoy es un himno, un himno de semejante identidad que ni el más optimista de los hinchas millonarios imaginaba que llegara a tanto aquella noche de julio del 2014, cuando salió a la cancha el primer River de Gallardo (ante Ferro, también por Copa Argentina).

La cuestión es que River no se pareció demasiado a un equipo del Muñeco. Con una formación titular, salvo la ausencia de Angileri por un ataque de tos, de arranque no tuvo fluidez ni claridad, le faltaron precisión y desdoblamientos, careció de opciones de pase y recuperación constante tras la pérdida. Y de alguna manera, también ligó: porque al minuto de juego, Barrios cabeceó solito y solo, pero el remate se le fue desviado después de un corner.

Tal vez la instancia de la competencia, que se tratara de una especie de partido preparatorio para la trascendental visita a Palestino de la semana que viene o que el rival fuera de la Primera D conspiraron para un escenario que disgustó a Gallardo, el mismo que ya avisó que quiere entrar a la Copa 2020 de forma directa y no vía Repechaje, como hasta ahora.

Argentino de Merlo jugó un señor partido. Se protegió, claro, y cortó líneas de pases, aunque también jugó, se asoció y contó con Gastón Scisci, el 10 que además maneja un remís, y Alan Salvador como ejes de un funcionamiento que explica el liderazgo en su búsqueda por ascender a la C. Aunque claro, el tema es River.

Un River que encontró los caminos a partir de los 20 minutos del segundo tiempo. Se oxigenó con el regreso de Exequiel Palacios (hacía 66 días que no jugaba) y llegó a un gol, que se caía de maduro por cinco minutos previos de dominio absoluto, mediante Rafael Santos Borré: otro que recién había ingresado y rompió una sequía personal de dos meses y medio.

El propio colombiano, por supuesto, lo gritó con ganas y sus compañeros lo imitaron. Fue un desahogo colectivo después de poco más de una hora de infructuosa búsqueda. La aparición de Borré coincidió con un notorio bajón físico de Argentino de Merlo, que River usufructuó para terminar de manera holgada y con una manifiesta y lógica superioridad.

Y otra vez apareció Borré para ampliar el resultado con un movimiento muy suyo: marcó el pase, desbordó, tiró el centro justo y Suárez volvió a pesar en el área, en algo que se está haciendo una sana costumbre para River. Tanto pesa que aprovechó otro pase de Borré y definió de manera magistral para el 3-0.

Un River que puede parecer dormido, pero que siempre va por más. Como desde julio del 2014. Y en la próxima instancia de esa Copa enfrentará a Gimnasia de Mendoza.