Tanto lo soñaron, tanto lo quisieron que ese día llegó. Disfrutar, ver, sufrir y gozar con Matías en la cancha, contra Boca y en San Juan fue como cerrar ese círculo que hace más de 15 años empezó a tomar cuerpo en la familia de Daniel y Verónica, los papás del ex-goleador de San Martín que con la 34 en la espalda empezó a escribir su historia con Independiente de Avellaneda. Desde aquella decisión familiar, con raíces verdinegras, de llevar al único varón de los tres hermanos a sentirse parte de la vida del Atlético San Martín desde la escuelita. Fue ir, seguir, persistir. Soñar siempre, pero paso a paso.

Papá Daniel, Mamá Verónica, Julieta y Valentina siempre estuvieron para Matías

Todas las inferiores, el paso a la Reserva y el anhelado momento de subir al plantel principal. Siempre juntos. Siempre en familia. Valentina y Julieta, al lado siempre. Sus abuelos, igual. Los primos Juan José y Luciano, los Almazán, incondicionales desde siempre. Y claro, llegó ese día. Se dio la transferencia con esos 14 goles en la Primera Nacional como bandera y los Giménez empezaron a creerlo. Se lo llevó Independiente y como en el mejor de los sueños, el debut tendría que ser en San Juan y nada menos que contra Boca Juniors. Mejor, imposible. Y claro, en familia los Giménez decidieron disfrutarlo. Como lo hicieron siempre. Sabiendo que lo mejor de los sueños es perseguirlos. Hoy Matías vivió esa realidad y en San Juan, en su tierra, empezó a soñar otras cosas sabiendo que lo que se le viene es largo y complejo, pero convencido que los sueños se hacen realidad.