No hubo público en las banquinas ni tampoco caravana detrás del pelotón, dos puntos que resaltan la jerarquía de una carrera. Es así que esta temporada que inició el domingo el ciclismo trata de sobrevivir sin público y con limitaciones que exige un protocolo anticoronavirus pensado por y para mantener una actividad que atrapa a la provincia y la pone en boca de todo el mundo con la Vuelta a San Juan.

Lo ocurrido anteayer en el Autódromo Villicum-San Juan es una señal clara de la recuperación que necesita la sociedad al ostracismo obligado en el que nos sumió la pandemia. Una disciplina deportiva, posiblemente la más emblemática que ha tenido la provincia desde que el deporte fue declarado como "política de estado", mostró eficacia y orden, dos virtudes fundamentales.

Hubo diez casos positivos sobre un total de 300 testeos realizados a todos los integrantes de la troupe que dieron vida a la actividad. Esa eficiencia estuvo acompañada por una buena campaña de concientización sobre las ventajas que otorga moverse, cumpliendo ciertas normas, dentro de una burbuja sanitaria, uno de los puntos donde todos deben comprender que "por ahora, nada será igual al pasado". En la obediencia a las reglas inflexibles está uno de los puntos a fortalecer en el futuro inmediato.

La tarea de montar la primera carrera no fue sencilla, como no lo será la actividad que habrá que diagramar y ejecutar para lo que viene. Detrás del éxito que tiene a Daniel Juárez, ganador de la prueba, hubo un centenar de anónimos trabajadores de distintas áreas que asumieron con alto grado de compromiso y seriedad la labor encomendada.

Habrá que acostumbrarse a este cambio de paradigma o, en su defecto, acomodar las necesidades de cada uno para mantener erguida la idea de completar una temporada con el objetivo de la Vuelta en el medio. Ahora bien para salir airosos es fundamental ser solidarios y respetuosos.

Solidarios con aquellos que no son del "palo" del ciclismo y que por su funcionalidad tienen que trabajar un domingo: entiéndase médicos, enfermeros, bioquímicos y todo el personal del Ministerio de Salud. Así también los agentes de la Policía que en vez de ir a cortar una calle a las 15 (una hora previa) extienden su guardia en cuatro o cinco horas, porque el domingo ya estaban apostados desde las 10, al rayo del sol.

Comprender más que nunca que de nada vale el esfuerzo de la mayoría si existen algunos que por llevar agua a su molino ponen en riesgo la estructura organizativa, con el riesgo actual y gigantesco del contagio.

Hoy más que nunca el ciclismo necesita de todos. Ciclistas, auxiliares, comisarios, dirigentes y en el último escalón, periodistas. Sólo la unión de todos los actores, principales y secundarios, de esta película, nos permitirá transitar en un par de meses por la alfombra roja de ese Oscar que significa la Vuelta.