Un par de errores propios le complicaron una tarde a Independiente que, por el arranque intenso, pintaba para resolverla sin mayores sobresaltos. Sin embargo, además de no aprovechar las situaciones de frente al arco que supo crear en el inicio, dos macanas puntuales le embarraron un terreno que se le presentaba fértil. Emanuel Brítez se lo llevó puesto a Sebastián Luna en la segunda vez que Belgrano pisó el área de Martín Campaña (la primera había sido a través de una escapada de Leonardo Sequeira que el arquero le desactivó) y el árbitro Germán Delfino sancionó correctamente el penal, que Sequeira colocó en el costado derecho.

El 1-0 era de por sí injusto. Emmanuel Gigliotti había tenido debajo de su nariz tres pelotas de gol inmejorables en seis minutos: dos fueron asistencias exactas de Fernando Gaibor y otra le llegó tras una buena combinación entre Nicolás Domingo y Silvio Romero. No pudo el Puma y en la primera de cambio, la visita hizo lo suyo a la media hora. Ahí todo se le empezó a nublar al Rojo y el partido presentó un giro y contra giro con el juez como protagonista.

Juan Quiroga trabó fuerte abajo contra Pablo Hernández. Delfino cobró bien la infracción al borde del área de César Rigamonti y cuando todos esperaban que de su bolsillo sacara la tarjeta amarilla, sorprendió con la roja -exagerada- para el hombre del Pirata. Independiente, golpeado por el gol, parecía recuperar aire con uno más. Sin embargo, Maximiliano Meza no se pudo contener después de que el árbitro no le sancionara (según su visión) una falta y le largó un insulto. Delfino escuchó el “la c... de tu madre” del correntino y no dudó en echarlo también.

El primer tiempo todavía iba a tener algo más. Porque antes del descanso, el local consiguió lo que merecía por juego y por dominio: Brítez entonó la canción de la redención al capturar de media vuelta una pelota que había quedado solitaria en medio del barullo tras un tiro de esquina y empató un encuentro mal barajado.

Era lo que necesitaba Independiente para mezclar y dar de nuevo después del entretiempo. Holan entendió que debía mover el banco. Adentro Braian Romero, afuera Juan Sánchez Miño. Y el ex Argentinos, que había entrado bien ante su ex club y ante San Martín de Tucumán (con gol incluido), volvió a cumplir. Gaibor se disfrazó de Bochini y envió otra asistencia genial de derecha a izquierda para Braian, que definió sin marca ante Rigamonti para revertir una historia con varios capítulos en la tarde dominguera. Otra vez, el arbitraje incidió: Romero estaba adelantado.

Delfino iba a tener más trabajo en Avellaneda. Dos penales más pitó, esta vez a favor del Diablo, que parece estar maldito desde los doce pasos. De manera increíble falló los dos. El primero (por una mano de Miguel Martínez) se lo tapó Rigamonti al Chino Romero, que más tarde reventó el travesaño. Y el segundo (por un golpe en el rostro de Adrián Balboa sobre Guillermo Burdisso) ejecutado por Gigliotti pegó en el palo derecho.

Todo terminó así, con Belgrano un poco más hundido en el fondo y con el Rojo refunfuñando por las chances perdidas, pero de festejo por otra victoria que le permite encender una ilusión en la Superliga.

Fuente: Clarín