Leandro Espejo es un claro ejemplo de que con sacrificio y voluntad los sueños se cumplen. Muy atrás quedarán esas largas jornadas bajo el sol preparando la mezcla para la construcción. Lejos quedarán también esas "changas" haciendo muebles para ganarse unos pesos. Ahora el delantero de 20 años, nacido y criado en Villa Paula, en Chimbas,  disfruta de su nueva vida en Córdoba. Con apenas una temporada completa jugando el Federal "A" para Sportivo Peñarol, saltó a Talleres y si bien todavía no logra debutar en la máxima categoría, sigue construyendo ese sueño desde los cimientos, en este caso rompiéndola en la Reserva y anhelando su gran sueño: jugar en Primera División. 

"Estoy tranquilo. Disfrutando todo porque Talleres es un mundo aparte que jamás me hubiese imaginado pero estoy tranquilo, soñando con algún día poder aportarle mis goles al equipo mayor", expresa Leandro, el diminuto delantero que la rompió la temporada pasada con el Bohemio. Su actuación le permitió dar el salto a dos categorías y si bien todavía no logra debutar en la Primera, no se desespera. "Estoy muy contento por este gran paso que dí, creo que es el salto más grande que voy a dar en mi vida. Salí del club que me vio nacer y pasar a un club tan grande como es Talleres es algo hermoso. Es otro mundo, es otro desarrollo tanto en lo futbolístico, en lo físico y mental. Estoy muy cómodo y contento, esperando la oportunidad para el debut", expresó. 

No fue del todo fácil la vida del talentoso delantero chimbero. Nacido en la Villa Paula en Chimbas, la "Joya" tuvo que salir a trabajar para colaborar con su familia. "Trabajé de albañil. Aprendí mucho con mi viejo y mi hermano, me ayudaron a hacer la mezcla y a poner ladrillos, por suerte aprendí rápido", dice entre risas, ahora desde su departamento en el barrio General Paz, en pleno corazón de la provincia cordobesa. Pero no fue a lo único que se dedicó el futbolista, también incursionó en la carpintería y en eso fue Roberto Martín -hoy jugador de Desamparados- quien lo contrató para que le diera una mano haciendo muebles y de paso, el pibe chimbero se ganaba unos pesos. "Vengo de una familia muy laburadora. Siempre le decía a mi mamá que soñaba con tener mis cosas y poder comprármelas yo con mi propia plata, por suerte hoy lo puedo hacer pero reconozco que no pensé que se daría tan rápido", dice Espejo, todavía sin caer en la realidad de lo que logró en poco tiempo.

Es que el año 2021 lo marcó a fuego al chimbero. El menor de la familia Espejo tuvo un año brillante con la camiseta que lo formó como futbolista. Antes que terminara el año, eran de público conocimiento las ofertas de clubes de Primera como Boca, Racing, San Lorenzo y Vélez. No faltaron las propuestas de clubes de Uruguay y hubo hasta un club de Arabia Saudita que vino por sus goles. Pero el pibe, aconsejado por su representante y el aval de su familia, optó por ir a la "T". "Creo que todavía no caigo, fue todo muy rápido y como que no tomo dimensión del club donde estoy. La cantidad de gente que tiene Talleres me hace tomar dimensión de que es un club gigante", manifestó.

"Siempre le decía a mi mamá que soñaba con tener mis cosas y poder comprármelas yo con mi propia plata, por suerte hoy lo puedo hacer pero reconozco que no pensé que se daría tan rápido"

Para el delantero su partida a Córdoba significó mucho en su vida. Es que nunca antes había estado solo, lejos de su casa, sin sus afectos, sin la comida de su mamá Fabiana y sin los mimos de su abuela Raquel. Él mismo cuenta cómo se dio su partida de San Juan: "Todos fueron a despedirme a la Terminal, hasta la familia de mi novia y fue muy duro porque sentí que una parte mía se quedaba en San Juan pero ellos entendieron que era por mi sueño", cuenta y agrega: "No soy una persona que llora habitualmente, soy bastante alegre que capaz que me estén pasando un montón de cosas malas pero siempre le pongo la mejor cara, pero ese día la emoción me superó. Ver el mar de lágrimas de mi hermano que es más frío que un hielo, me desbordó. Ese día fue un momento que me quebré, encima iba en el último asiento así que iba llorando solo", recuerda.

Todo eso cambió cuando llegó a Córdoba. En la Docta su recorrido comenzó yendo a conocer el departamento donde iba a vivir solo por primera vez, también fue a conocer el predio y "La Boutique". "Me cambiaron totalmente las emociones. Sabía que tenía que disfrutarlo", cuenta. Su vida le dio un giro rotundo. Ahora vive en un coqueto departamento y gracias a su sueldo -ese que siempre soñó junto a su mamá- se permite ir comprando sus muebles. "Siento mucha felicidad y satisfacción de poder decir esto es mío y es gracias a mi trabajo en el fútbol. Gracias a Dios puedo hacerlo pero hasta hace poco todo eso era impensado", comentó quien ahora ahorra y sueña a fin de año, poder tener su propio auto. 

"A Peñarol siempre lo voy a llevar en mi corazón esté donde esté, siempre voy a estar agradecido porque me formaron y por el cariño que recibí todos los años que estuve ahí"

Espejo, quien se entrena asiduamente con el primer equipo de Talleres, la viene rompiendo en la Reserva: ya anotó tres goles y le hicieron cinco penales. Sabe que esas buenas actuaciones lo pueden depositar en su sueño: "Al principio me costó mucho en las primeras semanas porque llegué lesionado, pero en la Reserva me encontré con un grupo muy lindo. Yo me propuse hacer las cosas bien para poder llegar a estar en el primer equipo. Mi objetivo personal es llegar a la Primera, sueño con eso pero por el momento mi misión es divertirme, siempre que juego trato de divertirme lo máximo posible", expresó el pibe que ni siquiera viviendo en el corazón de la República, olvidará sus raíces en la villa chimbera.