Viven al límite. Y el margen de error en sus oficios es casi nulo. Un mínimo fallo puede terminar en una gran complicación. Pero es el camino que eligieron. Y el que aman, por sobre todas las cosas. Se trata de Alberto Riveros y Roberto Giménez que se desempeñan como árbitros de fútbol a nivel nacional y también trabajan como bomberos de la provincia.
Claro que las cargadas por sus coincidentes trabajos son moneda corriente para ambos. Sobre todo cuando les toca dirigir algún partido del torneo doméstico. Es que cuando lo hacen por los campeonatos nacionales generalmente pasan desapercibidos por desconocimiento de sus ‘otras’ funciones.
“Los incendios, los accidentes, las personas atrapadas son comunes todos los días. Y son cosas que te marcan, más cuando hay chicos de por medio”, señaló Alberto que arriesga su vida desde hace más de una década como bombero. Por su parte Roberto agregó que “nunca sabés con qué te vas a encontrar, hasta podes ir y encontrar a un familiar tuyo”.
Pero también dentro del campo de juego manejar la situación cuando la mano viene brava les resulta difícil. “Hemos tenido partidos jodidos”, tiró levantando las cejas Riveros, mientras que Giménez añadió que “en los torneo nacionales se corre más riesgo porque por ahí no hay mucha seguridad. Hay clubes que participan de vez en cuando y te puede pasar cualquier cosa”.
En cuanto a las típicas gastadas ambos confesaron que siempre los identifican en la provincia. “Ese árbitro bombero siempre se escucha en la calle. Y en la cancha directamente recibís las puteadas. Para nosotros eso ya es algo común”, apuntó Riveros. En tanto que Giménez afirmó que “hay que tomarlo con calma. De todas formas ya estamos curados de espanto”.
Alberto lleva los dos trabajos en su ADN ya que su padre fue Oficial de Policía y juez dentro de las canchas de fútbol. “Le sigo los pasos”, bromeó quien estuvo en la escuela de cadetes, pasó por varias comisarías y luego llegó a la Estación de Bomberos de Capital. En ese entonces, en 1999, ya era árbitro y actualmente dirige los Torneos Argentino B y los partidos del Oficial local. Por su lado Roberto, tomó un camino distinto para ejercer lo que hoy tanto ama. “En el barrio jugábamos al fútbol y por ahí nos peleábamos, entonces a veces me ponía a dirigir. Después un amigo me pidió dirigir un campeonato escolar y me gustó. Fue ahí que empecé a hacer el curso”, confesó Giménez, a quien el año pasado le salió el nombramiento en Bomberos y dejó su rol de policía.
Una coincidencia de los actuales puestos de trabajo que ocupan es que su duración es relativamente corta ya que como árbitros “somos útiles hasta los 45 años; como bomberos vamos sumando jerarquía y disminuyen las salidas”, relató Riveros, quien se especializó en buzo y rescate en altura. En tanto Giménez destacó que “cuando cumpla los 45 seguiré ligado al fútbol, que es mi gran pasión, ocupando algún puesto en el Sindicato de Árbitros”.

